martes, 1 de junio de 2010

Sorpresas en política: tal vez....Milagros: dificilmente


En política puede haber sorpresas, dificilmente milagros. A esta conclusión se podría llegar pensando en la segunda y definitiva vuelta electoral para elegir el nuevo Presidente de la República de Colombia el próximo 20 de junio.

La conclusión parece obvia si se observa de manera global el resultado de la primera ronda donde el candidato del partido de la U, Juan Manuel Santos, ganara de manera contundente al obtener el 46.56% de los votos representados en 6.758.539 sufragantes a su favor; aventajando a Antanas Mockus del partido Verde quien llegó al 21.5%, lo que en tarjetones marcados le significara 3.120.716 votantes.

Aunque el voto es secreto, en mi caso no lo hice por ninguno de los dos, ni de los dos siguientes.

Gústenos o no, la victoria de Santos fue contundente, inobjetable. Muchas son las razones y diversos son los análisis que desde el pasado domingo venimos escuchando y leyendo, por lo que un planteamiento más no sobra en un país donde todos nos las damos de técnicos de fútbol y politólogos.

Que Juan Manuel Santos haya ganado no debe resultar extraño. Lo extraño hubiese sido lo contrario. Se trata del candidato del actual mandatario nacional Álvaro Uribe Vélez, recibió todo el favor de la llamada maquinaria del gobierno y, desde un principio, se dejó ver como el directo continuador de la cacareada política de seguridad democratica. Tampoco habrá que desconocerle que algún sector del voto de opinión haya estado con él, pues no todos pensamos de la misma manera ni nos sentimos representados de idéntica forma.

Aunque Santos era la primera vez que se hacía contar, el hábil manejo de los medios y el hacer caer en contradicciones a su más inmediato rival, sumaron también en favor suyo.

Ahora, lo que algunos llaman derrota del partido Verde particularmente no la veo tan así. Un grupo político de reciente creación liderado por ex-alcaldes de Bogotá y Medellín que se le midiera a darle la batalla a la empresa gubernamental y electoral dominante y, fuera de eso, sacar algo más de tres millones de votos no resulta nada despreciable. Un sólo voto en política vale mucho.

Seguramente el discurso del candidato Mockus tiene bastante de simbólico pero mucho de ambiguo cuando de explicarlo se trata, sobre todo en aquellos aspectos donde resultan notorias sus dudas. Tendrá que trabajar muy duro en esa parte, pues aunque su inteligencia es innegable la poca fluidez al hablar y la falta de concreción en determinadas temáticas hacen dudar a sus potenciales electores. Por lo menos, eso pudo haber sucedido en primera vuelta.

En los discursos del domingo en la noche Juan Manuel Santos habló como el próximo presidente de los colombianos. A lo mejor con más de retórica que de realidad política se dirigió a sus opositores. A Antanas Mockus, por su parte, le faltó contundencia.

Capítulo aparte merecen los tradicionales partidos políticos, el liberal y el conservador. El uribismo los está devorando. Las prácticas, más clientelistas que de otro tipo, provocaron que muchos de quienes se postularan por los trapos rojo y azul en las elecciones para congreso en marzo pasado, hubiesen apoyado ahora no a sus aspirantes Rafael Pardo y Noemí Sanín sino al propio Santos. El poder seduce, en varias oportunidades enceguece y hace olvidar principios, ideologías y actuaciones coherentes.

Tengo la impresión que la invitación patriótica a un posible gobierno de unidad nacional de Juan Manuel Santos no tiene pretensión diferente a la de terminar de sonsacar lo poquito del liberalismo y del conservatismo que se mantiene distante del uribismo.

Aunque la votación del Polo Democrático disminuyó, en comparación con la presidenciales de hace cuatro años, las pugnas internas de ese partido terminaron afectando los resultados finales, aunque sigue siendo una fuerza política importante en Colombia, ahora, la primera de oposición después del descalabro liberal.

Lo de Cambio Radical fue sorpresivo en cuanto al millón y medio de votos, pues la sensación era que Germán Vargas Lleras no tendría tanto electorado. Sin embargo, es uno de los triunfadores y ya quedó listo en el partidor para los comicios de 2014.

Los demás aparecieron en el tarjetón y recibieron algunos votos, muy pocos. Los medios nunca se preocuparon de sus propuestas. Algún señor despistado preguntaba en plena mesa de votación que quiénes eran, al notar que había más caras en el tarjetón de las que él imaginaba.

Lo que viene

Ahora asistimos al espectáculo de las especulaciones y las posibles alianzas. Lo lógico es que suceda lo que tiene que suceder: que Cambio Radical y los conservadores apoyen a Santos, que los liberales clientelistas también vayan (¿o se mantengan?) donde Juan Manuel, pues no tendría presentación que después de tantos años de oposición al uribismo ese partido terminara ahora entregado a éste. La salida más fácil ha sido salir con el cuento que los electores quedan en libertad de votar por quien quieran.

Lo fijo del Polo es que irá en contra de Santos, bien votando en blanco o haciendo falta ver qué piruetas para darle su apoyo a Mockus, pues éste último tiene más afinidad con Santos que con el propio Petro en varias de las iniciativas planteadas.

Los verdes tendrán que hacer que cada uno de los votantes del domingo consigan, como mínimo, tres amigos más que vayan y voten, y que los de la U se confíen y no salgan todos a sufragar pensando que ya ensillaron la bestia.

Jaime Calderón quedará con el recuerdo de su sombrero en el tarjetón y la próxima vez que Robinson Devia decida hacer otra huelga de hambre ya no le importará a nadie. Jaime Araujo, un exmagistrado muy coherente en sus planteamientos, seguirá siendo ignorado.

Mientras la abstención siga siendo tan alta, por el orden del 50 o más por ciento, seguirán ganando los mismos de siempre. Se supone que los que nunca o casi nunca sufragan, el día que decidan hacerlo se inclinarán por otras propuestas diferentes a las tradicionales.

El asunto está cantado, prácticamente. Noto muy difícil que el panorama electoral de Colombia vaya a cambiar en apenas tres semanas, pues, reitero, en politica puede haber muchas sorpresas pero dificilmente milagros. Eso no quiere decir que dejemos de votar por el uno, por el otro o por ninguno.

De las cansonas encuestas y los medios que las contratan, hablamos luego.


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