domingo, 28 de julio de 2013

Ecos de la visita presidencial

El Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, hizo presencia el fin de semana en Cúcuta. Con él, nuevamente los anuncios sobre las millonarias inversiones que se vienen haciendo en el departamento Norte de Santander.

Fotografía: Presidencia de la República



 
 
Si eso es así, ¿entonces por qué el panorama que sigue ofreciendo la región es el de estar abandonada a su suerte?
 
La capital del departamento atraviesa por una aguda crisis económica, la región del Catatumbo está paralizada, mientras que  las provincias de Ocaña y Pamplona siguen reclamando las mismas inversiones sociales de siempre.
 
No es que no se haya hecho nada, pero lo poco que hasta ahora se ha visto resulta insuficiente. Mejor dicho, Norte de Santander sigue siendo tratado como si fuese el patio trasero de Colombia.
 
La mediocre dirigencia política de la zona, que ahora hasta Presidente del Congreso de la República vuelve a tener, es muy poca la influencia que logra ejercer. Mejor dicho, su rango de acción en los asuntos públicos es casi nula.

Lo que resulta dificil de entender es por qué cada vez que un funcionario del más alto nivel hace referencia a Norte de Santander en materia de supuestas altas inversiones económicas, el contraste con lo que el panorama cotidiano ofrece resulta frustrante.

En otras palabras, el antagonismo entre la retórica y los hechos sociales es contundente.

Para que le presten atención al Catatumbo y a la provincia de Ocaña los campesinos tienen que salir a bloquear vías. Carreteras como la de 'la sobreanía', que comunica a Norte de Santander con Arauca, siguen convertidas en trochas. Allí no hay marchas, no hay enfrentamientos. Total, el gobierno se da por desentendido del asunto.

Tramos viales como el de Cúcuta-Sardinata continúan siendo una vergüenza. No hay derecho ante tanto abandono. Anuncios como que se inauguró la doble calzada entre Cúcuta y Pamplona resultan verdades a medias, pues de 70 kilómetros apenas 10 fueron intervenidos y del resto no se sabe cuándo.

La solución a las problemáticas existente en distintos  ámbitos no se resuelve incrementando únicamente el píe de fuerza del ejército y de la policia en determinados municipios, que es lo que generalmente ocurre, ni inyectando limosnas presupuestales que son repartidas entre los contratistas de siempre para que las cosas queden a medio hacer.

Frases como aquella que señala que 'muchos de los problemas vienen de años atrás y no se pueden resolver de un momento a otro', no pueden seguir haciendo carrera en los servidores públicos a manera de escudo.

Norte de Santander vuelve a reclamar acciones serias y no de carácter propagandístico. De estas últimas, suficientes tuvimos durante el gobierno de Uribe Vélez que bien poco (¿o nada?) hizo por la región, más alla de generar inestabilidad y crear odios.

Esperemos a ver el tiempo a quién le vuelve a dar la rázón, tras las nuevas promesas realizadas por el gobierno central.
 

sábado, 20 de julio de 2013

El grito de la independencia nos lo hizo pegar Nairo

Foto tomada de internet.
Boyacense. Colombiano. Éste sí, gran colombiano. Campesino. Deportista. Ciclista.
 
Humilde. Soñador. Visonario. Disciplinado. Constante.
 
En fín, muchas cosas podemos decir hoy del gran Nairo Quintana, ganador de una etapa mágica en el Tour de Francia.
 
En Nairo, seguramente, se reflejan las ambiciones sanas de miles de jóvenes compatriotas que teniendo todas las capacidades para triunfar en el deporte están a la espera de sus oportunidades de triunfo.
 
La piel se pone de gallina, los ojos se humedecen, un nudo en la garganta hace que la voz se quiebre. El corazón late más fuerte. Las órdenes del cerebro se multiplican.
 
En definitiva, son los deportistas los más grandes embajadores de Colombia en el mundo. En especial los ciclistas, sin olvidar a los practicantes de otras disciplinas como el el patinaje, la lucha, el boxeo, y el levantamiento de pesas. Claro, cómo olvidar las esporádicas alegrías del fútbol, el deporte más popular.
 
El día que el deporte y los deportistas reciban mayores apoyos del gobierno y de la empresa privada Colombia tendrá campeones a montón, pues el talento que el país tiene en hombres y mujeres es innegable. Capacidad, más pasión y sacrificio, parceciera ser la fórmula ganadora.
 
Hoy 20 de julio el grito de la independencia colombiana lo pegó un boyacense en territorio de Francia. Con él, miles de colombianos que a través de la televisión y la radio seguimos a la distancia la gesta heróica, quienes ayudamos a dar cada pedalazo con la fuerza que nuestras mentes dibujaban para decir: ¡Vamos, Nairo... Vamos!
 
Hoy no fue un florero como el de aquel 20 de julio de 1810. Hoy fue la bicicleta de Nairo. Hoy fue el corazón de Colombia. Hoy fueron los pedalazos de la esperanza.
 
Saludos, campeón.
 
 

martes, 16 de julio de 2013

"¿Cómo está la hermana República?"

Esa pregunta me la formuló un taxista en algún lugar de Venezuela al expresarle que, junto a mi familia, éramos turistas colombianos. Durante algunos segundos guardé silencio pensando cuál debía ser la mejor respuesta.
 
Podría haberle dicho que Colombia sigue siendo un país de gente trabajadora, pujante, optimista a pesar de las adversidades. Que ya somos 47 millones de habitantes. Que nuestra selección de fútbol esta a punto de clasificar al mundial. Que el próximo año elegiremos nuevo Presidente de la República. Que nortesantandereanos y tachirenses nos la llevamos bien en la frontera.
 
Otra opción era expresarle que las multinacionales son las que mandan en el país. Que los gobernantes siguen haciendo mal la tarea. Que buena parte del pueblo se deja distraer muy fácilmente sobre los verdaderos problemas que padece. Que los campesinos del Catatumbo siguen protestando y el gobierno tratando de satanizarlos. Que los cafeteros irán nuevamente al paro. También los mineros. Que la salud... Que la educación... Que los políticos...
 
Disimulando mirar por la ventana el paisaje tomé otros pocos segundos para seguir especulando mentalmente una posible respuesta, mientras el aparato de radio del vehículo dejaba escuchar una emisora que programaba baladas de Julio Iglesias y otros artistas de su generación (la de Julio y la del taxista). La respuesta podría ser sinceramente cruda o, políticamente correcta.
 
Claro, además había que pensar si el interlocutor era chavista, antichavista o si la política partidista le importaba poco o nada, esto último algo difícil de encontrar en Venezolano alguno.
 
-¿Y cómo van las cosas por allá?- Insistió el taxista.
 
Ya no había que seguirlo pensando. Resultaba descortés guardar más silencio y todavía faltaban unos treinta minutos de recorrido, según los cálculos que había hecho luego de indagaciones preliminares sobre la ruta desde el aeropuerto hasta un hotel.
 
-Si fuera Uribista- empecé a contestarle- le diría que van muy mal. Si fuera Santista, no tendría opción diferente a expresarle que el país retomó el rumbo que debía llevar. Pero como no soy ni lo uno ni lo otro, simplemente un colombiano más, le manifiesto que las cosas debieran marchar muchísimo mejor. El pueblo camina por un sendero y parece que sus dirigentes por otro. De todas maneras soy optimista. Tenemos un gran país, como el suyo-.
 
Ahora quien guardó silencio por unos segundos fue el taxista. No supe si mi respuesta fue destemplada, demasiado simple o algo diferente a la que él esperaba.
 
No queriendo dar espacio a otro tipo de averiguaciones quise cambiar de tema indagando por el nombre de la avenida por la que circulábamos. A partir de ese momento empezó una fluida conversación sobre lugares comunes, amenizada por la música pa' planchar.
 
Mi hijo de seis años, Nicolás, quien había aprovechado el trayecto para dormir algo, una vez despertó formuló una pregunta fulminante, desconociendo los aprietos en que me había puesto el profesional del volante con sus primeras indagaciones: -¿Papá: qué pasaría si Ud. fuera Presidente de Colombia? 
 
Por fortuna, para mí,  en ese momento la voz que se dejó escuchar fue la del veterano y amable taxista: -Llegamos. Aquí es. Son 200 bolívares-. La respuesta a la pregunta de mi hijo quedó para después. Había que ayudar a bajar las maletas.
 

sábado, 6 de julio de 2013

¿Qué queremos los colombianos?

Resulta apenas natural en una nación de 47 millones habitantes, como la colombiana, que frente a cualquier problemática o temática que se ponga sobre el tapete aparezcan diversas visiones e interpretaciones de las realidades.
 
Lo que no puede seguir ocurriendo es que sean unos pocos los que se sigan atribuyendo las formas de pensar el país, mientras la mayoría asiste a una especie de espectáculo en calidad de espectadora.
 
Todo pareciera estar tan bien orquestado que hasta los que son iguales aparentan presentarse como distintos, como contradictores. Un ejemplo fácil está representado en nuestros gobernantes: Uribe, Santos, Pastrana, Gaviria, etc.
 
Los colombianos caemos muy fácilmente en los sofismas de distracción que nos ponen a cada problema que debiera enfrentarse con profundidad y propósito de transformación. Por eso muy poco ha cambiado en 203 años de independencia.
 
Seguimos en la 'patria boba' surgida después del 20 de julio de 1810 cuando logramos la independencia de España y nos enfrascamos en unas luchas y ambiciones internas de poder que los mismos historiadores se han encargado de contar.

A quienes algún sector del pueblo elige como sus gobernantes parecieran olvidar sus promesas y los compromisos asumidos en épocas de campaña, pues la desigualdad sigue resultando evidente en todo el territorio colombiano a pesar de disponerse de las suficientes condiciones para lograr unos estados de convivencia armónicos y dignos.

El asunto es que a los colombianos nos mantienen demasiado ocupados pensando en cómo subsistir y haciendo que frases como 'sálvese quien pueda' terminen haciendo carrera en la cotidianidad de buena parte de los millones de habitantes que tiene el país.

Los medios de comunicación en alguna medida han ayudado a que las miradas de lo que significa vivir en Colombia y ser colombiano resulten sesgadas, pues las lecturas sobre lo que sucede en el territorio nacional terminan represadas en los mismos personajes de siempre, varios de ellos con intereses propios en los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros que, a su vez,  definen las distintas agendas que se ponen amañadamente en discusión para tomar decisiones no solamente en lo económico, sino en lo político, educativo y cultural, entre otros órdenes.

Las protestas sociales terminan siendo satanizadas, la propaganda negra sigue en pleno furor, los dineros públicos continúan convertidos en cajas menores y mayores de los avivatos de siempre, la contratación estatal queda en muy pocas manos, y con la excusa de apoyar y defender la inversión extranjera los recursos naturales se siguen explotando de forma cruel, arrasando el medio ambiente y dejando únicamente desolación y miseria en los poblados de las zonas afectadas.

Definitivamente el país se tiene que pensar desde la base, desde los estratos populares, pues quienes lo han dirigido durante todo este periodo de la independencia, salvo honrosas excepciones que seguramente existan, lo que han demostrado en incompetencia, egoísmo, corrupción y apetitos personales y familiares insaciables.

Ya es hora de pensar en serio qué es lo que queremos los colombianos. Por haberle dejado esta tarea a unos pocos es que el trabajo ha quedado mal hecho o, por lo menos, muy regular.