martes, 8 de junio de 2010

Un gol por Haití, un autogol para los cucuteños


El sábado anterior se disputó en el estadio General Santander de Cúcuta un partido de fútbol que tenía como pretensión recoger algún dinero, producto del ingreso de aficionados, con destino a los damnificados del terremoto de Haití ocurrido el pasado 13 de enero.

El asunto no ameritaría, en lo personal, ningún comentario en esta bitácora de internet, a no ser por las declaraciones formuladas después del encuentro por los organizadores de la actividad a los medios periodísticos de Cúcuta.

El espectáculo anunciado hace cerca de un par de meses por el sacerdote colombiano David Solano generó toda la expectativa del caso, pues la intención de reunir a jugadores de Colombia, Venezuela y Ecuador, por un lado, para enfrentarse a un combinado del resto del mundo, por el otro, llamó de inmediato la atención. Detrás de todo el montaje estaba la organización "Un gol por la hermandad", con asiento en Italia, donde el sacerdote Solano reside y tiene la posibilidad de contactos permanentes con clubes y deportistas de ese país, estos últimos oriundos o no del mismo.

El caso es que al partido del sábado asistimos, pues pagué mi boleta, alrededor de dos mil personas en un escenario donde caben cuarenta mil. Las semanas y dias anteriores se hablaba de la participación de figuras del balompie internacional en el citado cotejo. Ronaldihno, Totti, Zanetti, Falcao García, Fernando Couto, Aldair y otras estrellas del mismo resorte llegarían a encabezar el listado que complementaban los jugadores de la region andina. Hasta afiches se observaban en distintos puntos de la capital nortesantandereana, además de algunas entrevistas radiales hechas a los responsables del certamen.

Pues el portugués Couto, el brasileño Aldair, el italiano Di Biagio y otro grupo de jugadores estuvieron presentes. Pero... las grandes figuras que sirvieron para promocionar el espectáculo nunca aparecieron. Incluso, escuchar por la radio minutos antes del encuentro a quien oficiaba como jefe de prensa del partido hablar que de pronto en el siguiente avión que llegaba a Cúcuta arribarían algunos de los personajes en mención, mostraba la poca seriedad del asunto.

Cabe anotar que el costo de la boleta más económica era de $16.500 y la más alta de $88.000, que pagamos esas dos mil personas que aproximadamente hicimos presencia, creyendo en la palabra de los organizadores.

Sin duda, el montaje de un espectáculo de estos no resulta nada fácil, asi sea por una causa noble como la citada en un comienzo. Lo cierto es que si no hubiese sido por los jugadores titulares, los suplentes y los suplentes de los suplentes del Cúcuta Deportivo, el tan cacareado juego hubiese resultado un completo fiasco, pues al final daba la sensación de haber pagado una plata para ver un entrenamiento del equipo de fútbol profesional de la ciudad anfitriona.

Ahora, lo que motiva este escrito es leer en la prensa local el testimonio del padre David Solano, a quien en otros certámenes de este tipo en regiones diferentes del mundo la cosa le ha funcionado, al decir que "se presentó poca gente en el estadio y eso fue negativo, yo creo que hubo más pérdida con respecto a lo que se le puede dar en obras a los damnificados de Haití, casi no hubo publicidad en las vallas porque nadie quiso colaborar. Hubo fuerzas contrarias, pero la cuestión es que se realizó, dando una muestra de hermandad entre las naciones. Esperamos que en México el próximo año, las cosas se den mejor" (página 6A diario La Opinión de Cúcuta, domingo 6 de junio).

Aquí, como dicen los abuelos, "los pajaros tirándole a las escopetas". Se promete, no se cumple y la mala del paseo es la afición cucuteña. Es como si se anunciara, por cualquier causa también noble, la presentación musical del Gran Combo de Puerto Rico y a la hora de la verdad terminara en tarima el grupo vallenato del pueblo, por bueno que éste sea.

Si se hubiese dicho la verdad, desde un comienzo, habría ido más gente, pues la causa lo justificaba, y quienes pagamos no nos hubiesemos sentido engañados, por fuerte que suene la expresión.

La fotografía que acompaña esta nota la tomé 40 minutos antes del partido, hora en que el estadio debería estar a reventar, pero que por todo lo contado presentaba un enorme vacio en sus graderías. Lo que merece la afición cucuteña y los damnificados de Haití son disculpas, como mínimo. Ojala en el partido del próximo año en México los organizadores cumplan lo que prometen.

Padre Solano, las buenas intenciones se aplauden, pero con mentiras no se llega al cielo.

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