martes, 20 de julio de 2010

Colombia 200 años: ¡sí se puede!




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Hoy se cumplen 200 años del grito de independencia de Colombia. Lo ocurrido aquel viernes 20 de julio de 1810 en Santa Fe, el centro del poder virreinal de la Nueva Granada, se rememora en cada rincón del país: unos, celebrando por la autonomía ganada y, otros, reclamando que la patria se convierta, ahora sí, en un espacio incluyente y de justicia social, para hacer énfasis en lo que reza el artículo primero de la Constitución Nacional:


Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.


Al país le ha pasado lo que a muchos hijos les sucede cuando ganan la mayoría de edad y se van de la casa a construir su propio proyecto de vida: confunden la libertad con el libertinaje, consideran que pueden hacer y deshacer y que son los amos y señores del mundo.

De esa ´patria boba´que se viviera después del famoso episodio del florero de Llorente (periodo de 1810 a 1816), consistente en luchas desaforadas por el poder, que luego darían pie a la reconquista española, no es mucho lo que ha cambiado el país hasta nuestros días. Sin embargo, lo que sí ha permitido demostrar es que Colombia es un territorio hermoso y de gentes nobles, pues ni la corrupción, ni los que defienden la lucha armada, ni los ilustres apellidos de la República, ni los modelos económicos privatizadores y excluyentes han podido acabar con el país y el optimismo de sus gentes.

A propósito, Tola y Maruja en su columna de El Espectador el pasado domingo (pag. 42) al rememorar el incidente premeditado del florero trataron de explicarlo con personajes de ahora:
-Oites Tola, ¿cómo fue el Grito de Independencia?
-Resulta que el prócer Juan Manuel Santos fue donde el virrey Uribe a pedirle prestado un florero pa agasajar al venezolano Hugo Chávez que venía de visita a Santafé.

Bueno, lo destacable es que esta importante fecha sirva como pretexto de reflexión sobre cómo está hoy el país 200 años después de su grito de independencia, sin que se nieguen los avances significativos que se han dado en este lapso, el papel jugado por hombres y mujeres para construir una mejor nación, entendiendo que es mucho aún lo que falta por realizar.

Que este bicentenario nos haga sentir, a todos, colombianos por igual, no por lo pasado, sino por lo que pueda venir, en el entendido que los desplazados por la violencia vean posible el volver a sus tierras, que los indigenas no sigan recibiendo tratamiento de "bichos raros", que los afrodescendientes sientan que el país también les pertenece, que los actores armados de izquierda y de derecha comprendan que no hay lugar ya para ese tipo de luchas.

También, que los gobernantes entiendan que si el soberano es el pueblo no pueden seguir ayudando a la ignorancia de éste, que el pueblo (organizado como sociedad civil) despierte y logre transformaciones sociales y políticas de manera no violenta, que los modelos económicos se ajusten a la propuesta de país y no al contrario. Que el narcotráfico, el secuestro, la extorsión, la amenaza, la corrupción y tantas prácticas horribles y degradantes se conviertan dentro de poco en parte de la historia, esa que nunca deberá repetirse.

Qué bueno sería escuchar que los únicos conciertos que se presenten sean los de los artistas de nuestros país, como parece hacerse tradicional cada 20 de julio en plazas y parques de los 1102 municipios colombianos, en vez de aquellos para delinquir a que tanto nos tiene acostumbrada la clase politiquera criolla; que las urnas de las que se hable sean aquellas que, por encargo de los antepasados, se abren hoy día para conocer las memorias de la patria de ayer, en reemplazo de las otras que sirven para enterrar los muertos de la violencia. Que no suene a tragedia nacional el que una seleccion de fútbol no clasifique a un mundial, en cambio sí el hecho que miles de niños se acuesten con hambre, para poder cambiar esta cruda realidad.

La riqueza de Colombia en talento humano, multiculturalidad, montañas y valles, bambucos y vallenatos, ríos y mares, flora y fauna, tiene que ampliarse a lo educativo y lo investigativo, buscando repercutir en materia de ciencia y tecnología; debe llegar a la democratización de sus medios de comunicación, a la consolidación de varios partidos políticos, a la transparencia e independencia de las actuaciones de quienes integran y representan las ramas públicas del poder, a la igualdad de oportunidades más en la práctica que en la retórica.

Son 200 años que seguramente tengan muchos peros, sin embargo, se convierten en la oportunidad de hacer de Colombia un mejor Estado, donde las utopías de las gentes de bien sean posibles para que nuestros hijos agradezcan eternamente que les hayamos dado este país por patria.


1 comentario:

Unknown dijo...

Esa niña que aparece en la fota está divina, se parece a la mamá, que por cierto: nunca la sacan ni en una fotico. Por qué será?