sábado, 30 de noviembre de 2013

El show ¿de las estrellas?

Aquí, en Colombia, ya no se sabe que es peor: si tener a ciertos personajes de presidentes por un ratico, o tenerlos de expresidentes por mucho tiempo.
 
El único que prefirió retirarse a los cuarteles de invierno en temas políticos fue Belisario Betancur, seguramente por el peso de arrastrar el trágico episodio de la toma del Palacio de Justicia,  cuando, como la historia pareciera señalarlo, no gobernó él en calidad de Jefe de Estado sino el poder militar.
 
Los presidentes se jubilan en materia económica, pero en asuntos políticos no dan a torcer sus brazos bajo el argumento de defender la obra de gobierno que lideraron, y se niegan al retiro. Ni la vergüenza, tampoco la plata, son capaces de hacer que den un paso al costado y dejar que alguien haga lo que ellos no pudieron... o no quisieron.
 
Todo termina siendo un triste espectáculo donde los unos se enfrentan a los otros. Lo único bueno es que el país se llena de nuevos elementos de juicio para entender y comprender por qué Colombia está como está. Es decir, unos poquitos integrantes de la población muy bien, mientras la mayoría pasa tragos amargos.
 
Las peleas de los expresidentes se convierten en enfrentamientos de vanidades, además de revelar al respetable público (como dirían los animadores) aquellas 'ventas del alma al diablo' con tal de llegar y/o conservar el poder.

sábado, 23 de noviembre de 2013

De algunos contratos públicos.

Cada vez que asoma una millonaria inversión de carácter público, a la mente llegan esos malos pensamientos que preguntan:
 
¿De cuánto será la comisión para el funcionario de turno?
 
¿De todos esos millones, qué plata irá a parar al bolsillo de los corruptos?
 
Quienes se ganaron el contrato, además de su idoneidad profesional, ¿tuvieron que haber aportado algo más?
 
A ese nivel ha llegado la corrupción en el país que prácticamente todos desconfiamos de todos, y de todo.
 
Esa ha sido la gran herencia que nos ha dejado la tradicional clase política colombiana que, de vez en cuando, pretende camuflarse en nuevos partidos y/o movimientos que bajo el amparo del término (más no del concepto) de democracia, pretende mostrarse como la salvadora de una patria herida.
 
Lo peor del asunto es que todo parece haberse convertido, no sólo ahora, en un eterno círculo vicioso: el gobernante que pide comisión, para acomodar una licitación a ciertos perfiles e intereses; el contratista que ofrece plata, a cambio de ser el escogido para ejecutar determinada obra; el interventor que también quiere, a cambio de otra parte de la tajada, dar un visto bueno de algo ejecutado a medio hacer.
 
La conclusión es que nos estamos quedando con muchos ladrones de 'cuello blanco', poca efectividad de los organismos de control, y obras mal hechas. Dicho panorama pareciera estar presente en diversos niveles: desde pequeños y medianos municipios, hasta las grandes urbes.
 
En Colombia habrá paz el día que no haya corrupción, el día que los recursos que se destinen a sectores como educación, salud, cultura, deporte, vías y servicios públicos, se inviertan en su totalidad para lo que fueron destinados, no a medias, como sucede.

Lo que ocurre puede resultar común, pero nunca normal. En eso no debemos equivocarnos y creer que estamos condenados a la triste suerte de aceptar que unos poquitos sean los que sigan haciendo con los recursos públicos lo que se les venga en gana. ¡No señor!

Aquí hay personajes que siguen mandando y delinquiendo desde las cárceles y despachos oficiales, dando órdenes sobre lo que se puede y no se puede hacer, repartiendo a quién le corresponden tantos votos cautivos para las próximas elecciones, recibiendo  a través de testaferros los frutos de sus mal adquiridas ganancias, haciendo cómplices a algunas autoridades de sus malos procederes.

Para dar nombres hay que tener pruebas, pero... ¿De quiénes sospecha Usted? ¿Tienen fundamento esas sospechas? No es sino hacer algo de memoria  par que empiecen a brotar los nombres.

A tal descaro ha llegado el poder de la corrupción que los políticos y contratistas corruptos ruegan para que haya desastres, muchos desastres y necesidades, pues con ellos llega el botín presupuestal a repartir. Y más se alegran cuando escuchan decir a algunas gentes del común: 'Que roben, pero que hagan algo', como si eso legitimara su accionar criminal.
 
 

viernes, 8 de noviembre de 2013

Soñó tan alto que llegó a volar: Camilo Daza.

En los 94 años de fundación de la Fuerza Aérea de Colombia cómo no recordar a uno de sus fundadores, un hombre que supo transformar sus sueños de niños en realidad: se trata del General Camilo Daza.

Este pamplonés es el pionero de la aviación comercial en Colombia y pionero de la FAC.

Escuche el audio de la entrevista realizada al nieto del General Camilo Daza en una de sus visitas a Pamplona.
Capitán Camilo Daza, nieto del General Daza.




lunes, 21 de octubre de 2013

Los mismos de siempre

Con las elecciones de 2014 encima para elegir los integrantes del Congreso de la República, empiezan a aparecer en las distintas regiones del país los actuales senadores y representantes a la cámara para hacer la acostumbrada actividad proselitista.
 
Sede del Congreso de la República. Bogotá.
Se rasgan las vestiduras por las condiciones de abandono, inequidad e injusticia en que encuentran las ciudades y poblados, y recuerdan la necesidad de liderar proyectos por aquí, proyectos por allá, y más proyectos.
 
Sus pláticas se orientan a la necesidad de lograr las transformaciones sociales que Colombia reclama y que, como siempre, vienen aplazadas de tantos años atrás 'porque los problemas no son de ahora, sino de mucho antes', olvidando los mal llamados padres de la patria que muchos de ellos son tan viejos en el Congreso como los problemas mismos.
 
El desfile de los políticos en campaña se hace de la mano de interesados dirigentes regionales y locales que luchan, a toda costa, por no perder tampoco privilegios y prebendas.
 
Son también los mismos de siempre. Los lagartos de ayer y de hoy  que sacan el mayor provecho de presentar como meros votos (no votantes) a quienes de forma ingenua, resignada o esperanzadora acuden a las reuniones 'para escuchar qué dice el doctor, qué nos puede ofrecer'.
 
Lo peor del asunto es que a quienes se observa untándose de pueblo nuevamente son los mismos que una vez ganaron las elecciones pasadas se perdieron del mapa, no volvieron a responder por las promesas de campaña y, para no olvidar tampoco, han votado positiva o negativamente proyectos de ley que en vez de beneficiar al pueblo los cobija a ellos y a sus amigos, como cosa rara.
 
Algunos, sin embargo, se despiden de sus honorables servicios al país tras haberse sacrificado como congresistas por tantos años que, para no perder la costumbre, ahora deciden que sean otros familiares los que se sacrifiquen. ¡Las cosas de la democracia nuestra!
 
Este panorama resulta tan general que no se hace necesario dar nombres propios para que cualquier desprevenido ciudadano saque de inmediato conclusiones sobre lo que ocurre en su comarca. Difícilmente se encuentran excepciones aunque, por fortuna, las hay.
 
Los mismos senadores y representantes que sin vergüenza alguna han votado en comisiones y plenarias proyectos tan escandalosos como el de la pretendida reforma a la justicia, aquellos que han salido a defender las primas técnicas para los congresistas, los que no han sido capaces de legislar para un mejor sistema de salud, los que le niegan a la educación el carácter de derecho que ésta tiene, los que no son creativos para resolver los problemas del agro, los que ni siquiera acuden a las sesiones, son los mismos que hoy empiezan el desfile para reelegirse.
 
Son muchas las razones que no justifican en la Colombia de hoy tener dos entes (Senado y Cámara de Representantes) para manejar lo legislativo con tan pobres resultados. Menos se justifica el hecho de pagar con los impuestos salarios tan altos a personajes tan ineficientes e insensibles.
 
El caso del departamento de Norte de Santander es aberrante, No hay un sólo congresista del que se pueda decir con orgullo y a boca llena: 'él es de mi región, él representa nuestros intereses ciudadanos. La región sigue tan atrasada como antes. Para colmo, seguramente ellos continúen en sus posiciones gracias a las maquinarias políticas que poseen.
 
Claro, si los ciudadanos despiertan, a lo mejor la historia empiece a cambiar.
 
¿Habrá luz al final del túnel?
 

martes, 8 de octubre de 2013

Éranse unos pobres viejecitos...

Escuchando al Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas hablar por RCN radio sobre lo justificable que resultó para el gobierno haberle restituido a los congresistas en materia económica mensual lo que perdieron por primas de salud y localización, tras una decisión reciente del Consejo de Estado y que comprometía en general a 1900 servidores públicos de varias ramas del poder, termina uno de entender por qué este país es tan desigual.
 
Ahora resulta, según Cárdenas, que la culpa es de los ciudadanos, del pueblo, y seguramente de los medios de comunicación que se atreven a controvertir las vergonzosas cosas que suceden a diario, pues a decir del personaje en mención: "En Colombia es deporte nacional estigmatizar al Congreso", cosa que repitió en otros espacios periodísticos radiales a boca llena.
 
Mauricio Cárdenas, Mintransporte 1998. (foto archivo).
Esa misma frase se le ha escuchado pronunciar a honorables senadores y representantes a la cámara, quienes se rasgan las vestiduras de vez en cuando al sentirse atropellados por la incomprensión de tantas personas del común y del corriente respecto a las sabias decisiones que toman.
 
Con razón estamos como estamos. Arriba, en los altos  y cerrados círculos de poder, todos se siguen tapando con la misma cobija y buscando argumentos razonables (para ellos) con tal de defender los grandes privilegios que siempre han sabido tener.
 
Los congresistas respiran tranquilos porque sus ingresos mensuales se mantienen en algo más de 23 millones de pesos. Los 7 millones en primas que habían perdido por una decisión judicial del mes anterior ya les son restituidos a través de otra prima. Para el Ministro Cárdenas no hay problema alguno pues las cosas quedaron como estaban, y tiene la razón.
 
Para los ciudadanos sí hay problemas, y el mayor de ellos es que los asuntos de unos pocos siempre quedan como están, producto de la desfachatez con que se asumen las determinaciones. Favor con favor se paga, dice el adagio popular.
 
Claro, otra es la mirada del Ministro cuando de hablar de los reclamos de las madres comunitarias, del magisterio, de los médicos, de los asalariados del mínimo y de los pobres, se trata. Ahí sí las cuentas no cuadran y el presupuesto del gobierno resulta insuficiente, y.... y.....
 
Ministro, no es que hablar mal del Congreso de la República sea un deporte nacional en Colombia. Es al revés. Son la mayor parte de los congresistas los que hablan mal del país con sus actuaciones vergonzosas, irresponsables y amañadas para legislar muchas veces en beneficio propio.
 
¿O es que la pretendida reforma a la justicia se la inventó quién? ¿Y las otras reformas nefastas? ¿Y los escasos presupuestos para la educación y la salud  pública? ¿Y los negocios con las EPS? ¿Y los vínculos con grupos armados ilegales? ¿Y las herencias político-familiares? ¿Y los carruseles de la contratación pública?
 
Ministro Mauricio Cárdenas, seguramente su formación académica en las universidades más prestigiosas del país y/o del exterior le haya ayudado a entender la lógica de cómo unos poquitos pueden vivir muy bien a costa de las necesidades de la mayor parte de la población, sin que eso sea repudiable A lo mejor también su recorrido profesional y  laboral le haya enseñado esto como producto de la familia pudiente e influyente de la que hace parte.
 
Tal vez al terminar su gestión le tengan un puesto asegurado en el Banco Mundial, o en el Fondo Monetario Internacional, o en alguna empresa multinacional.
 
Usted puede argumentar todas las razones que quiera para defender el privilegio de nuestros superdotados, desplatados y sensibles congresistas. Pero no se le ocurra salir nunca más con el cuento que aquí, en Colombia, la gente no tiene más oficio ni más preocupación que vivir hablando mal del Congreso de la República.
 
Como dirían en la acostumbrada sección de Noticias Uno: ¡Qué tal esto!
 

sábado, 21 de septiembre de 2013

Del amigo, paisano y colega: Jorge Rolón García

El corazón se arruga cuando de despedir a un amigo se trata. Ha dejado este mundo Jorge Rolón García, mi paisano de Sardinata, mi colega de periodismo radial en Cúcuta. El 'mamador de gallo' de aquí y de allá.
Jorge Rolón García, 50 años de periodismo.
 
Un hombre al que crecí escuchando en sus relatos deportivos o su ejercicio noticioso en general, y con quien después la vida me dio la oportunidad de compartir tareas en el campo profesional, así nunca hubiésemos trabajado en un mismo medio de comunicación, sino cada quien en el suyo.
 
Cómo no recordar de Jorge su especial sentido del humor, los particulares apuntes para sacarle chispa hasta a la situación más insignificante que pudiese encontrar a su paso.
 
Todos quienes integrábamos en los años 90's el equipo de fútbol de los periodistas de Cúcuta fuimos bautizados con esos apodos que a él sólo se le ocurrían y que todos  aceptábamos con una larga carcajada. 'La mirla', así me decía en los campos de fútbol al ver mis piernas flacas, pero ya en otros escenarios me llamaba 'Luis XV', disque porque, al igual que los muebles que llevan ese mismo nombre, "estaba bien acabado" (también por lo flaco).
 
Cómo olvidar aquella empresa que montara con el también colega Arbenis Petit López para entregar los famosos premios PEROL (Petit-Rolón), donde reconocía la labor de los periodistas de Cúcuta. En un par de oportunidades Jorge y Arbenis tuvieron a bien destacar el trabajo profesional de quien escribe esta nota.
 
En algunas oportunidades cuando nos encontrábamos en las ferias de nuestra querida Sardinata siempre decía que era la única parte donde yo le invitaba algún trago, "porque el que pagaba la cuenta era el profesor Gómez", mi papá. En el pueblo se le recuerda, se le aprecia y se le quiere.
 
Hoy se nos fue Jorge Rolón García, venido a menos físicamente en el último tiempo por cuestiones de salud, pero de quien queda en el recuerdo las muchísimas ocasiones en que nos robara sonrisas y carcajadas para celebrar sus apuntes.
 
El periodismo de Norte de Santander, los oyentes del 'Parajito Chismosito', sus amigos, sus compañeros, sus familiares, sus paisanos...todos, estamos de luto.
 
Hoy está la tristeza por el amigo que se va, pero queda la alegría de haber compartido muchos momentos con un hombre que supo disfrutar la vida y contagiar su entusiasmo.
 
Para la mona, para sus hijos, un abrazo fuerte de condolencia.
 
Jorge, nos va a hacer falta. ¿O me equivoco?
 
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

¡Palabras menores!

Una columna radial de Antena 2  bautizada como Palabras Mayores a cargo del comentarista deportivo Carlos A. Vélez fue reproducida en el diario digital Cápsulas que dirige el periodista Alfredo Carreño desde Medellín, luego de celebrado el partido entre Uruguay (2) y Colombia(0) por las eliminatorias mundialistas.
 
Quien dirige este blog remitió un texto al colega Alfredo, el cual fue publicado, razón por la cual deseo compartirlo también por este medio virtual, agregando los comentarios recibidos allí en cápsulas por otros miembros de esta comunidad virtual de fútbol y de radio. Al fin y al cabo se trata de refutar argumentos con otros argumentos, nunca de atacar a las personas. Es apenas fútbol.
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 ¡Palabras Menores!

Alfredo, buenos días. Dados los análisis y comentarios surgidos de periodistas y aficionados tras la derrota de Colombia ante Uruguay, considero que hay que poner las cosas en una posición equilibrada.
 
Me explico: ciertos periodistas de fútbol, principalmente de medios nacionales con sede en Bogotá, nos quieren hacer creer que este deporte es una especie de ciencia o disciplina científica de alta complejidad que solamente unos pocos privilegiados pueden entender; es decir, ellos mismos, y que los demás mortales somos idiotas útiles al dejarnos llevar únicamente por aspectos pasionales y no racionales.

Además de eso, cada vez que hablan, aunque en ocasiones reconocen que son apenas sus puntos de vista particulares los que van a exponer, terminan tratando de ‘babosos’, ignorantes o acomodados a quienes se atreven a pensar lo contrario.
Lo más paradójico del asunto es que dichos ‘autodioses’ orientan sus aparentes conceptos futbolísticos de acuerdo con las circunstancias, o mejor, según quienes sean sus protagonistas.
Por ejemplo: a idénticos o similares resultados y funcionamientos estratégicos y tácticos en una cancha de juego, los comentarios pueden ir y venir según se trate de personajes amigos, o no, como Pekerman, ‘Bolillo Gómez, Pinto, Guardiola, Mourinho, Rueda, ’Pecoso’ Castro, etc.
En otras palabras, si apenas la mitad del vaso tiene agua, entonces, según los intereses y afectos del supuesto analista, el recipiente está medio lleno… o medio vacío. Desde cualquiera de dichas opciones se enfilan baterías para intentar impresionar con amplios y aburridos monólogos bajo el argumento de decir “lo que a mí me dé la gana”.
Se cuestiona a Colombia sobre su comportamiento futbolístico, pero se olvida que la meta era ir al mundial, objetivo casi cumplido. Entonces, hay que molestar por lo primero para reducir la dimensión de lo segundo.
Si se jugara muy bien pero no se clasificara, dichos comentaristas serían los primeros en vociferar términos como ‘fracaso’ e ‘incompetencia’. Es más, asegurarían que a Pekerman no se le contrató para jugar bien sino para llevar a Colombia al mundial 2014.
Revisemos la calidad del fútbol jugado en los mundiales recientes. No olvidemos que se trata de una actividad practicada por humanos y no por máquinas. Ésta, a su vez, analizada por humanos, no por dioses.
El fútbol no es cosa de otro mundo, por lo tanto no implica que sean unos pocos quienes entiendan las dinámicas del juego. Solamente que quienes tienen la oportunidad de expresar sus apreciaciones a través de un medio de comunicación pueden llegar a ejercer algún tipo mayor de influencia que quienes no tienen esa posibilidad mediática.
Al fútbol hay que quitarle todo ese drama que se ha inventado a su alrededor y que muchos, de forma consciente, han alimentado para sacar provecho. No por ello dejará de ser una linda fiesta y de generar tantas pasiones.
Finalmente, valdría la pena empezar a evaluar también la calidad de algunos espacios periodísticos donde se vive cuestionando todo, donde nada gusta, donde todo es negativo.
Es sabido de personajes de los medios que en materia de audiencia van cada vez más en picada, que en los recientes años han tenido programas radiales nacionales que han durado tanto como un dulce en una fiesta infantil, que en sus apariciones televisivas parecen más recitando (y de forma muy regularcita) que hablando e informando.
Un buen periodista se gana el respeto, no la animadversión de sus oyentes televidentes o lectores. Por fortuna, En Colombia son más los primeros que los segundos.
Lo que aquí se escribe es apenas la postura de un periodista, profesor universitario e integrante de la ciudadanía. De una persona común y corriente que entiende que lo suyo no es palabra divina, no es la única perspectiva posible. Por eso respeto las demás.
A lo mejor las palabras mayores corresponden a seres superdotados, únicos en su especie.
Alfredo, espero haber sido lo suficientemente claro y respetuoso, porque cuando el país tiene una razón suficiente para estar alegre y unido, no resulta justo que aparezcan los personajes de siempre a ponerle un ‘pero’ a todo.

 
·  Jaime Uribe
12:31 PM on 14 septiembre, 2013
*Por comentario de William Javier Gómez
Gracias a William Javier Gómez por este excelente comentario sobre el tema, me gustaría que se hiciera lo posible para que Carlos Antonio Vélez lo leyera y piense un poco sobre lo que pensamos los aficionados al fútbol que no siempre es lo mismo que los “comentaristas deportivos” quieren que pensemos.
Jaime Uribe
Del editor. El comentarista no siempre coincide con lo que piensa el hincha. No necesariamente. El hincha analiza con el corazón. El comentarista está en la obligación de contar lo que ve en la cancha.
·  Juan Ribero
1:15 PM on 14 septiembre, 2013
*Por comentario de William Javier Gómez
Ojalá los comentarios sean transparentes como el de WILLIAM JAVIER GOMEZ, comparto en su totalidad sus apreciaciones y le anexo algo muy importante: EL 99% DE LOS PERIODISTAS O DIRECTIVOS DEL FUTBOL EN COLOMBIA, nunca jugaron un deporte competitivo, si acaso recreativo, entonces si partimos de esta apreciación sus objetivos con sus comentarios son otros y no profesionales y para completar nuestra televisión es muy irrespetuosa con todos nosostros, en un partido de Colombia nos pasan aproximadamente 90 comerciales y en la mayoria de los casos tapan un 50% la imagen del partido y NADIE DICE NADA, estamos en colombia donde casi todos nuestros derechos son vulnerados.
Lo triste es que esto no tendra cambio,
Saludos a todos y celebremos la clasificación al mundial y desearle el éxito a nuestra Selección Colombia y que DIOS guie a PEKERMAN en el armado del equipo.
Juan Ribero
Del editor. Difiero del concepto inicial de Juan. ¿Para comentar de fútbol se tiene que ser futbolista en el plano competitivo? Que tal.
·  Gustavo Ruiz
3:16 PM on 14 septiembre, 2013
*Felicitaciones al Comunicador William Gómez 
La catadura de profesor, de verdad, se le nota en el tono reflexivo de su texto. Una pieza de sensatez y de respeto hacia el debate sano y hacia el fútbol bien pensado. Adhiero plenamente a sus argumentos.
Gustavo Ruiz
·  luis gomez
8:45 AM on 15 septiembre, 2013
*Por comentario de Carlos Antonio Vélez
Para mi es verdad lo que dice el sr Vélez, que Colombia ha ganado y es lo que importa también es verdad, aquí lo que resalta el Sr Vélez es que no se juega bien, yo también lo he comentado, la suerte acompaña, y ganar como sea lo maquilla todo, hay que corregir muchas cosas para mejorar y ser la selección que gane y no deje dudas. Un abrazo,
Luis Gómez
 

martes, 10 de septiembre de 2013

El espíritu que necesitamos para todo

La fe, la esperanza, la unión, el estado de ánimo positivo, la creencia de que sí se puede. En fin, la actitud de hoy para acompañar la clasificación de Colombia al próximo mundial de fútbol en Brasil, es la misma que necesitamos para enfrentar los serios problemas del país.
 
Hoy en el partido de fútbol no hay uribistas ni santistas, ni chachacos ni costeños, ni guerrilleros ni militares. Hoy lo que hay, y de sobra, son colombianos.

Observar en la calles y oficinas, en los vehículos particulares y de servicio público, miles y miles de compatriotas vistiendo el color amarillo de la selección es algo que emociona.

Una causa común es lo que debe llevar también al pueblo colombiano a hacer causa común frente a tantas cosas que causan división, enfrentamientos, antagonismos, varias de ellas no gestionadas de manera pacífica sino a través del resentimiento y de la violencia.

Los mismos gritos de ¡Colombia! ¡Colombia! ¡Colombia! son los que deben imperar pensando en poder disfrutar de una vez por todas de un país con inmensas posibilidades de ser, como dirían coloquialmente algunos, "el mejor vividero del mundo".

Hoy las regiones se integran, las aspiraciones de unos se convierten también en las aspiraciones de otros. Los sueños de unos son los sueños de todos.

Lo que un deporte popular como el fútbol a través de un seleccionado nacional logra despertar en las distintas comunidades es lo mismo que nos debe motivar para que, en vez de dejarnos separar por asuntos de política partidista, por ejemplo, hagamos causa común y seamos solidarios con las necesidades y aspiraciones de tantos grupos sociales que hoy, como ayer, reclaman estilos de vida dignos.

Que la probable clasificación al mundial 2014 sea excusa válida para que los colombianos reafirmemos nuestra confianza por la construcción de un territorio equitativo, justo, de relaciones armónicas.

Ése es el aporte que hoy nos hacen nuestros jóvenes futbolistas, de diferentes regiones, quienes nos han venido enseñando que la clave para salir adelante es un buen trabajo en equipo, además de disciplina, constancia y rigor, pues talento tienen, y de sobra, pero el talento por sí sólo no resulta suficiente.

Los momentos de alegría hay que disfrutarlos. Hoy, seguramente, sea uno de ellos. Ahora, si toca aplazar la fiesta por unas semanas, pues simplemente será eso, porque  Brasil 2014 nos espera.

Que el deporte siga siendo fuente de inspiración para demostrar una y otra vez que en Colombia ¡Los buenos somos más!
 

viernes, 30 de agosto de 2013

Protesta: sí. Violencia: no.

Las protestas que han venido desarrollándose en distintos puntos del país  resultan justas y convenientes. Justas, porque el abandono gubernamental al que ha estado sometida históricamente buena parte de la población, como la campesina, por ejemplo, resulta vergonzosa.
 
Además, porque no se puede seguir permitiendo que en un país de tanta riqueza como Colombia donde la calidad de vida debería ser de las mejores del mundo, la implementación de políticas, planes y proyectos en apariencia públicas, en apariencia de interés colectivo, resulten favoreciendo a la reducida clase económica privilegiada de siempre.
 
Frases del común como que 'los ricos cada día tienen más y los pobres cada día tienen menos ' no resultan ajenas a la realidad que se vive. Ni los subsidios que reciben algunas familias pueden disimular dicho panorama.
 
También, las protestas resultan convenientes porque no es posible que con el país hagan y deshagan y aquí no pase nada. A través de ellas se demuestra que Colombia no es simplemente un territorio lleno de consumidores, de votantes, de espectadores o de idiotas útiles frente a todo lo que sucede.
 
Es interesante saber que hay ciudadanos que, como tal, están preocupados por sus necesidades particulares pero, sobre todo, por el bien común. Que hay intereses comunitarios y sociales que posibilitan generar puntos de encuentro para presionar y buscar salidas a tantas problemáticas existentes.
 
Ahora, lo que resulta reprochable, repudiable, censurable, lo que no se puede seguir permitiendo es que actores violentos le hagan perder legitimidad a las luchas de aquellas personas de bien que salen a las calles y carreteras a exigir condiciones de vida digna.
 
Los hechos vandálicos no tienen nada que ver con los reclamos de miles de colombianos: campesinos, camioneros, mineros, comerciantes, docentes, estudiantes, desempleados, etc.
 
La violencia generada por el Estado hacia sus ciudadanos a lo largo de tantos gobiernos, de tantos años, al no invertir los recursos debidos con destino a las clases populares de la población, en primer lugar, no puede responderse con más violencia por parte de algunas personas o grupos.
 
Los más interesados en que no se produzcan actos violentos en las manifestaciones son quienes participan de éstas de forma contundente pero pacífica, vertical pero inteligente.
 
Nada peor para una nación que acostumbrarse  a la violencia, que resignarse ante ella. Eso ha pasado en Colombia. Eso no puede seguir ocurriendo. No se está condenado a vivir así. No es una cosa del destino, mucho menos genética.
 
Aquí no puede seguir imperando el ánimo belicista de los de derecha o de los de izquierda interesados en 'pescar en río revuelto', porque la persona que arroja la piedra al policía y el uniformado que reprime el ataque, el integrante de la fuerza pública que abusa de su legítimo poder y agrede y el ciudadano que se defiende, terminan siendo hijos de las mismas familias humildes, necesitadas de atención, que tienen el mismo sueño de una Colombia mejor.
 
A quienes protestan hay que respetarlos y atenderlos. A quienes promueven actos criminales hay que identificarlos y castigarlos.
 

lunes, 19 de agosto de 2013

Los universitarios y el periodismo ambiental

Dos talentosos estudiantes de Comunicación Social de la Universidad de Pamplona, Lubin Daninger Moreno y Jonathan Smith Duque, recibieron la semana anterior el Premio Amway de Periodismo Ambiental en la categoría que resalta los mejores trabajos universitarios en medios como prensa, radio, televisión e internet.
Jonathan Duque y Lubin Moreno. Fotografía del diario El Tiempo

Con una crónica titulada 'Los Cazadores de Basura', tanto Moreno como Duque hicieron un recorrido por el relleno sanitario de la ciudad de Pamplona para conocer de cerca el trabajo de los recicladores de basura, historia que en poco más de nueve minutos difundieron el año anterior a través de la emisora de su centro de formación académica.
 
No sólo cumplieron en su momento con un taller para una materia de radio en el correspondiente plan de estudios del pregrado, o con material para un programa radial, sino con una obligación ética que tienen los comunicadores sociales: observar más allá de lo que el común de la gente logra ver, interpretar a profundidad lo que para otros es el simple día a día, intentar generar procesos de transformación a través de lo esencial de la comunicación, el diálogo.
 
Resulta significativo que los jóvenes que estudian Comunicación Social se interesen por temáticas tan cotidianas pero, a la vez, a las que se les brinda poco espacio en los medios periodísticos tradicionales donde la información judicial, la 'repetidera' de goles, la propaganda farandulera dizque convertida en noticia, y los análisis con los mismos expertos de siempre copan generalmente buena parte del tiempo.

Por ello es motivador que esas historias cotidianas, muchas veces inadvertidas para buena parte de la población (por cotidianas) sean objeto de miradas y voces sensibles hechas con y para sujetos de carne y hueso, de razón y de pensamiento, de frustraciones y de aspiraciones, de melancolías y de esperanzas.

No se trata de relatos periodísticos producidos para ganar premios, para alimentar vanidades ni, muchos menos, para volverse populares. Los reconocimentos a ese nivel llegan por sí sólos, casi que sin buscarlos.
 
Quien escribe estos párrafos lo único que puede expresar es orgullo y satisfacción. Primero, porque la vida le ha dado la posibilidad de distinguir en el ejercicio de la docencia universitaria a seres humanos como Lubin y Jonathan, con una capacidad creativa y estética que habla bien de ellos, ahora como estudiantes, dentro de poco ya como profesionales de la comunicación.
 
En segundo lugar, porque fue en el curso de radio II, que se me permite orientar en el pregrado de Comunicación Social de la Universidad de Pamplona, en la histórica ciudad de Pamplona, Norte de Santander, donde este par de jóvenes diera vida a la historia en referencia.
 
Historia que los ha hecho merecedores al Premio Amway de Periodismo Ambiental en el año 2013, donde medio centenar de trabajos resultaran postulados desde distintas partes de Colombia.
 
Lubin y Jonathan, felicitaciones. Sus cotérráneos de Tame (Arauca) y Bucaramanga (Santander), están de fiesta. Sus compañeros de clase en Pamplona y Villa del Rosario se sienten tan emocionados como ustedes.
 
Ojalá a los 'Cazadores de Basura', los protagonistas de su narración, el éxito también les sonría, como a todos los pamploneses.

Nota: Escuche programa radial Miradas y Voces con los ganadores del Premio y su crónica periodística.
 

miércoles, 14 de agosto de 2013

La radio de los brujos

Sintonizar emisoras de  radio hoy en muchas partes del país se ha convertido en buena medida en escuchar a brujos, falsos profetas y 'tumbadores mediáticos', con el afán económico complaciente de gerentes y directores de los medios de comunicación.

miércoles, 7 de agosto de 2013

¿Último año de Santos en el poder?

Entra el gobierno del Presidente de la República, Juan Manuel Santos, al último año de mandato, algo que podría quedar en simple decir si éste aspira a la reelección y el pueblo votante así lo desea.
 
Aspecto fundamental de aquí a noviembre, sobre todo, cuando Santos debe definir si va por un segundo periodo, el fruto que pueda dar el proceso de negociación con la guerrilla de las Farc.
 
Lo más sensato para el país es que se llegara a un acuerdo para asegurar la desmovilización de los comandantes y tropas insurgentes, tras algo más de medio siglo de enfrentamientos armados.
 
Lo anterior, de forma independiente a si Santos se ancla en el poder cuatro años más. Éso a la gente no le interesa, el que cese el ruido de las armas sí.
 
Lo primero, porque en Colombia todos quienes han llegado a la Casa de Nariño han mantenido el modelo económico que defiende los intereses de la élite económica dominante en el país y, con ello, de las transnacionales, algo, por ahora, dificil de cambiar.
 
El segundo punto, el de las armas, sí interesa, porque el país no soporta más derramamiento de sangre entre colombianos de a píe: los soldados y los guerrilleros rasos. Ambos, hijos de familias humildes cuya principal meta es medio subsistir en medio de tanta inequidad existente.
 
Ni la guerrilla pudo tomarse el poder por la vía armada para refundar el Estado, ni el gobierno en representación del statu quo de éste pudo hacer desaparecer a la irsurgencia y sus causas.
 
Ambos, sin tratar de equiparlos, han perdido legitimidad por los abusos cometidos supuestamente en defensa de una misma causa: construir un mejor país.
 
La reinserción de los grupos guerrilleros a la vida civil, en caso de darse (como seguramente suceda temprano que tarde), pondrá fín a una parte de la lucha armada con sentido político, pero no a los problemas de fondo de Colombia.

En esto el país no puede equivocarse. Tampoco, en seguir animando la confrontación bélica. En aras de la paz no se puede seguir permitiendo que sea la guerra la que resulte triunfadora.

No hay que olvidar integrar un elemento fundamental a aquellos de verdad, justicia y reparación: Reconciliación.

De lo contrario, puede que la paz como concepto abstracto se firme para caer luego, en poco o mediano tiempo, nuevamente en los vicios del conflicto armado.
 
La paz, como protocolo se puede firmar. La paz, como realidad, se debe construir, alimentar y mantener.
 
 

domingo, 28 de julio de 2013

Ecos de la visita presidencial

El Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, hizo presencia el fin de semana en Cúcuta. Con él, nuevamente los anuncios sobre las millonarias inversiones que se vienen haciendo en el departamento Norte de Santander.

Fotografía: Presidencia de la República



 
 
Si eso es así, ¿entonces por qué el panorama que sigue ofreciendo la región es el de estar abandonada a su suerte?
 
La capital del departamento atraviesa por una aguda crisis económica, la región del Catatumbo está paralizada, mientras que  las provincias de Ocaña y Pamplona siguen reclamando las mismas inversiones sociales de siempre.
 
No es que no se haya hecho nada, pero lo poco que hasta ahora se ha visto resulta insuficiente. Mejor dicho, Norte de Santander sigue siendo tratado como si fuese el patio trasero de Colombia.
 
La mediocre dirigencia política de la zona, que ahora hasta Presidente del Congreso de la República vuelve a tener, es muy poca la influencia que logra ejercer. Mejor dicho, su rango de acción en los asuntos públicos es casi nula.

Lo que resulta dificil de entender es por qué cada vez que un funcionario del más alto nivel hace referencia a Norte de Santander en materia de supuestas altas inversiones económicas, el contraste con lo que el panorama cotidiano ofrece resulta frustrante.

En otras palabras, el antagonismo entre la retórica y los hechos sociales es contundente.

Para que le presten atención al Catatumbo y a la provincia de Ocaña los campesinos tienen que salir a bloquear vías. Carreteras como la de 'la sobreanía', que comunica a Norte de Santander con Arauca, siguen convertidas en trochas. Allí no hay marchas, no hay enfrentamientos. Total, el gobierno se da por desentendido del asunto.

Tramos viales como el de Cúcuta-Sardinata continúan siendo una vergüenza. No hay derecho ante tanto abandono. Anuncios como que se inauguró la doble calzada entre Cúcuta y Pamplona resultan verdades a medias, pues de 70 kilómetros apenas 10 fueron intervenidos y del resto no se sabe cuándo.

La solución a las problemáticas existente en distintos  ámbitos no se resuelve incrementando únicamente el píe de fuerza del ejército y de la policia en determinados municipios, que es lo que generalmente ocurre, ni inyectando limosnas presupuestales que son repartidas entre los contratistas de siempre para que las cosas queden a medio hacer.

Frases como aquella que señala que 'muchos de los problemas vienen de años atrás y no se pueden resolver de un momento a otro', no pueden seguir haciendo carrera en los servidores públicos a manera de escudo.

Norte de Santander vuelve a reclamar acciones serias y no de carácter propagandístico. De estas últimas, suficientes tuvimos durante el gobierno de Uribe Vélez que bien poco (¿o nada?) hizo por la región, más alla de generar inestabilidad y crear odios.

Esperemos a ver el tiempo a quién le vuelve a dar la rázón, tras las nuevas promesas realizadas por el gobierno central.
 

sábado, 20 de julio de 2013

El grito de la independencia nos lo hizo pegar Nairo

Foto tomada de internet.
Boyacense. Colombiano. Éste sí, gran colombiano. Campesino. Deportista. Ciclista.
 
Humilde. Soñador. Visonario. Disciplinado. Constante.
 
En fín, muchas cosas podemos decir hoy del gran Nairo Quintana, ganador de una etapa mágica en el Tour de Francia.
 
En Nairo, seguramente, se reflejan las ambiciones sanas de miles de jóvenes compatriotas que teniendo todas las capacidades para triunfar en el deporte están a la espera de sus oportunidades de triunfo.
 
La piel se pone de gallina, los ojos se humedecen, un nudo en la garganta hace que la voz se quiebre. El corazón late más fuerte. Las órdenes del cerebro se multiplican.
 
En definitiva, son los deportistas los más grandes embajadores de Colombia en el mundo. En especial los ciclistas, sin olvidar a los practicantes de otras disciplinas como el el patinaje, la lucha, el boxeo, y el levantamiento de pesas. Claro, cómo olvidar las esporádicas alegrías del fútbol, el deporte más popular.
 
El día que el deporte y los deportistas reciban mayores apoyos del gobierno y de la empresa privada Colombia tendrá campeones a montón, pues el talento que el país tiene en hombres y mujeres es innegable. Capacidad, más pasión y sacrificio, parceciera ser la fórmula ganadora.
 
Hoy 20 de julio el grito de la independencia colombiana lo pegó un boyacense en territorio de Francia. Con él, miles de colombianos que a través de la televisión y la radio seguimos a la distancia la gesta heróica, quienes ayudamos a dar cada pedalazo con la fuerza que nuestras mentes dibujaban para decir: ¡Vamos, Nairo... Vamos!
 
Hoy no fue un florero como el de aquel 20 de julio de 1810. Hoy fue la bicicleta de Nairo. Hoy fue el corazón de Colombia. Hoy fueron los pedalazos de la esperanza.
 
Saludos, campeón.
 
 

martes, 16 de julio de 2013

"¿Cómo está la hermana República?"

Esa pregunta me la formuló un taxista en algún lugar de Venezuela al expresarle que, junto a mi familia, éramos turistas colombianos. Durante algunos segundos guardé silencio pensando cuál debía ser la mejor respuesta.
 
Podría haberle dicho que Colombia sigue siendo un país de gente trabajadora, pujante, optimista a pesar de las adversidades. Que ya somos 47 millones de habitantes. Que nuestra selección de fútbol esta a punto de clasificar al mundial. Que el próximo año elegiremos nuevo Presidente de la República. Que nortesantandereanos y tachirenses nos la llevamos bien en la frontera.
 
Otra opción era expresarle que las multinacionales son las que mandan en el país. Que los gobernantes siguen haciendo mal la tarea. Que buena parte del pueblo se deja distraer muy fácilmente sobre los verdaderos problemas que padece. Que los campesinos del Catatumbo siguen protestando y el gobierno tratando de satanizarlos. Que los cafeteros irán nuevamente al paro. También los mineros. Que la salud... Que la educación... Que los políticos...
 
Disimulando mirar por la ventana el paisaje tomé otros pocos segundos para seguir especulando mentalmente una posible respuesta, mientras el aparato de radio del vehículo dejaba escuchar una emisora que programaba baladas de Julio Iglesias y otros artistas de su generación (la de Julio y la del taxista). La respuesta podría ser sinceramente cruda o, políticamente correcta.
 
Claro, además había que pensar si el interlocutor era chavista, antichavista o si la política partidista le importaba poco o nada, esto último algo difícil de encontrar en Venezolano alguno.
 
-¿Y cómo van las cosas por allá?- Insistió el taxista.
 
Ya no había que seguirlo pensando. Resultaba descortés guardar más silencio y todavía faltaban unos treinta minutos de recorrido, según los cálculos que había hecho luego de indagaciones preliminares sobre la ruta desde el aeropuerto hasta un hotel.
 
-Si fuera Uribista- empecé a contestarle- le diría que van muy mal. Si fuera Santista, no tendría opción diferente a expresarle que el país retomó el rumbo que debía llevar. Pero como no soy ni lo uno ni lo otro, simplemente un colombiano más, le manifiesto que las cosas debieran marchar muchísimo mejor. El pueblo camina por un sendero y parece que sus dirigentes por otro. De todas maneras soy optimista. Tenemos un gran país, como el suyo-.
 
Ahora quien guardó silencio por unos segundos fue el taxista. No supe si mi respuesta fue destemplada, demasiado simple o algo diferente a la que él esperaba.
 
No queriendo dar espacio a otro tipo de averiguaciones quise cambiar de tema indagando por el nombre de la avenida por la que circulábamos. A partir de ese momento empezó una fluida conversación sobre lugares comunes, amenizada por la música pa' planchar.
 
Mi hijo de seis años, Nicolás, quien había aprovechado el trayecto para dormir algo, una vez despertó formuló una pregunta fulminante, desconociendo los aprietos en que me había puesto el profesional del volante con sus primeras indagaciones: -¿Papá: qué pasaría si Ud. fuera Presidente de Colombia? 
 
Por fortuna, para mí,  en ese momento la voz que se dejó escuchar fue la del veterano y amable taxista: -Llegamos. Aquí es. Son 200 bolívares-. La respuesta a la pregunta de mi hijo quedó para después. Había que ayudar a bajar las maletas.
 

sábado, 6 de julio de 2013

¿Qué queremos los colombianos?

Resulta apenas natural en una nación de 47 millones habitantes, como la colombiana, que frente a cualquier problemática o temática que se ponga sobre el tapete aparezcan diversas visiones e interpretaciones de las realidades.
 
Lo que no puede seguir ocurriendo es que sean unos pocos los que se sigan atribuyendo las formas de pensar el país, mientras la mayoría asiste a una especie de espectáculo en calidad de espectadora.
 
Todo pareciera estar tan bien orquestado que hasta los que son iguales aparentan presentarse como distintos, como contradictores. Un ejemplo fácil está representado en nuestros gobernantes: Uribe, Santos, Pastrana, Gaviria, etc.
 
Los colombianos caemos muy fácilmente en los sofismas de distracción que nos ponen a cada problema que debiera enfrentarse con profundidad y propósito de transformación. Por eso muy poco ha cambiado en 203 años de independencia.
 
Seguimos en la 'patria boba' surgida después del 20 de julio de 1810 cuando logramos la independencia de España y nos enfrascamos en unas luchas y ambiciones internas de poder que los mismos historiadores se han encargado de contar.

A quienes algún sector del pueblo elige como sus gobernantes parecieran olvidar sus promesas y los compromisos asumidos en épocas de campaña, pues la desigualdad sigue resultando evidente en todo el territorio colombiano a pesar de disponerse de las suficientes condiciones para lograr unos estados de convivencia armónicos y dignos.

El asunto es que a los colombianos nos mantienen demasiado ocupados pensando en cómo subsistir y haciendo que frases como 'sálvese quien pueda' terminen haciendo carrera en la cotidianidad de buena parte de los millones de habitantes que tiene el país.

Los medios de comunicación en alguna medida han ayudado a que las miradas de lo que significa vivir en Colombia y ser colombiano resulten sesgadas, pues las lecturas sobre lo que sucede en el territorio nacional terminan represadas en los mismos personajes de siempre, varios de ellos con intereses propios en los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros que, a su vez,  definen las distintas agendas que se ponen amañadamente en discusión para tomar decisiones no solamente en lo económico, sino en lo político, educativo y cultural, entre otros órdenes.

Las protestas sociales terminan siendo satanizadas, la propaganda negra sigue en pleno furor, los dineros públicos continúan convertidos en cajas menores y mayores de los avivatos de siempre, la contratación estatal queda en muy pocas manos, y con la excusa de apoyar y defender la inversión extranjera los recursos naturales se siguen explotando de forma cruel, arrasando el medio ambiente y dejando únicamente desolación y miseria en los poblados de las zonas afectadas.

Definitivamente el país se tiene que pensar desde la base, desde los estratos populares, pues quienes lo han dirigido durante todo este periodo de la independencia, salvo honrosas excepciones que seguramente existan, lo que han demostrado en incompetencia, egoísmo, corrupción y apetitos personales y familiares insaciables.

Ya es hora de pensar en serio qué es lo que queremos los colombianos. Por haberle dejado esta tarea a unos pocos es que el trabajo ha quedado mal hecho o, por lo menos, muy regular.

 

viernes, 21 de junio de 2013

Pobre región tan rica

Si existe en el departamento Norte de Santander una región que debiera sobresalir por su desarrollo y grandes ventajas competitivas sería la del Catatumbo. Sin embargo, albergar tanta riqueza pareciera ser una maldición de la que no tienen culpa sus habitantes.
 
Carreteras convertidas en trochas o, mejor, trochas que nunca han sido carreteras, presencia de todos los grupos al margen de la ley en los municipios que integran dicha jurisdicción geográfica, un abandono estatal evidente, amenazas contra muchos de sus dirigentes y cientos de promesas incumplidas, parecieran ser la realidad contundente y cruel de ayer y de hoy.

Resulta contrario a toda lógica sana pensar y observar que la riqueza petrolera que ha sido explotada desde principios del siglo XX, y las otras fuentes mineras y energéticas de la zona han servido sólo para enriquecer las arcas de las multinacionales y dejar aún más en la pobreza a los campesinos que habitan dicha región.

Los cultivos ilícitos, las mafias del narcotráfico, la presencia guerrillera, paramilitar y de las ahora llamadas bandas criminales, los miles de muertos y desplazados por la violencia,  han formado una cadena de acontecimientos cotidianos que pudieran resumirse así: la riqueza, para unos pocos; la fuerza que da el poder de las armas, para otros y, las necesidades insatisfechas y la miseria, para los habitantes de bien (la mayoría).

Más allá que las marchas campesinas puedan estar presionadas de algún modo por la insurgencia, algo que no sería raro por la penetración que allí ha tenido desde hace varios decenios a través de distintos grupos, lo cierto es que las denuncias y las movilizaciones sociales son la consecuencia de algo que no puede esconderse ni disimularse: el descarado abandono estatal.

Las marchas son consecuencia de la ausencia de muchas cosas, de aspectos básicos para la vida como buena educación, buena salud, viviendas dignas, vías de comunicación transitables, auténticas oportunidades de superación y desarrollo.

Ningún gobierno ha sido serio con el Catatumbo nortesantandereano. Las promesas de todos los presidentes de la república se han quedado en meras palabras. La dirigencia política y privada de la región históricamente ha hecho caso omiso a lo que desde Tibú, Ocaña y otros municipios se reclama.

El mandato de Juan Manuel Santos ha sido igual al de Álvaro Uribe Vélez y, el de éste, al de Andrés Pastrana, Ernesto Samper, César Gaviria, etc., etc., etc. para con la región. Puro cuento.

Recorrer el Catatumbo cada cierto tiempo es volver a encontrarse con los mismos problemas de siempre, con las mismas promesas de siempre, con la misma pobreza de siempre. Algo tan contradictorio en una de las regiones más ricas de Colombia y con personas de grandes talentos.

No resulta necesario tener cinco dedos de frente para saber que al Catatumbo colombiano es mucho lo que le sacan y muy poco lo que le dan.


 

lunes, 17 de junio de 2013

280 años de la ciudad verde de Colombia: Cúcuta

Se cumplen hoy 280 años de la fundación de la capital del departamento Norte de Santander: Cúcuta.
 
Sus 320 metros sobre el nivel del mar, su temperatura promedio de 28 grados centígrados, sus barrios sobre el valle de San José y las populosas ciudadelas de Atalaya y la Libertad, su actividad comercial, son apenas algunos de los aspectos característicos de la ciudad.
 
Cúcuta ha dado más de lo que ha recibido, en especial de su muy discreta clase política. La de antes y la de ahora. Sin embargo, el albergar en su área metropolitana a casi un millón de personas hace que  sus dinámicas sean intensas y complejas.
 
Colombia y Venezuela le deben mucho a esta ciudad, a esta región binacional que ha estado sometida a subidas y bajadas dependiendo de los gobernantes de turno, de las miserias que dejen para inversión social y de muchas veces intentar enemistar a los pueblos, algo que por fortuna no ha sucedido.
 
Sin embargo, Cúcuta, la tierra de doña Juana Rangel de Cuellar, desde 1733 ha dado reiteradas  muestras  a través de sus habitantes de no dejarse amilanar, de soñar permanentemente, de afrontar esas condiciones externas, que por ser zona de paso para muchos, han terminado dificultando las cuestiones internas.
 
Una ciudad de un verde espectacular, de avenidas y calles amplias, de artistas, de deportistas, de lugares emblemáticos, de 'mamadores de gallo', de una historia mucho más rica que su presente.
 
Seguramente las mejores cosas para la capital nortesantandereana estén por venir. Ésa, por lo menos, es la esperanza. A eso deben comprometerse sus ciudadanos.
 
La Cúcuta de la avenida cero, de la diagonal Santander, de la autopista a Atalaya, de los parques Santander, Nacional y Colón, de los puentes Gaitán Durán y de San Rafael, del coliseo de baloncesto 'Toto' Hernández, del diario La Opinión, de Radio Guaimaral, del aeropuerto Camilo Daza, de la UFPS, de la Catedral San José...
 
La Cúcuta de la 'Cúpula Chata', de San Luís, del Carmen de Tonchalá, del cerro Tasajero, de la Fundación Virgilio Barco, del estadio de fútbol General Santander, del doblemente glorioso Cúcuta Deportivo, del malecón, del ferrocarril, de la arcilla, del calzado, de la torre del reloj, del hospital Erasmo Meoz, del ancianato Rudesindo Soto, de la autopista internacional, de la avenida de los faroles...
 
Algunas cosas ya en el pasado, otras en el presente. De todas formas, una Cúcuta que encanta y seduce.

Cúcuta, la ciudad del calor que se soporta de y con el corazón. La del 'toche' y la del chamo'.
 
A la Cúcuta portón de la frontera, de las pujantes gentes comunes y corrientes, felices 280 años de vida, de historia, de sueños.
 
Noble, Leal y Valerosa Villa de San José de Cúcuta... ¡Feliz Cumpleaños!
 
  

viernes, 31 de mayo de 2013

¿Dónde está la prudencia que hace verdaderos sabios?

El espectáculo circense en que cada cierto tiempo se convierten las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Venezuela y Colombia, más no las relaciones de ambos pueblos, vuelve a estar sobre el tapete tras las reacciones generadas en el vecino país por el encuentro del Presidente Juan Manuel Santos y el líder opositor venezolano Henrique Capriles.
 
Lógicamente, en regiones de frontera como la de Norte de Santander, la Guajira o Arauca, en territorio colombiano, las tensiones se hacen evidentes por las restricciones que puedan empezar a aplicarse en materia de comercio, paso de personas y mercancías a uno u otro lado, o  cualquier tipo de decisión que adopte el Presidente Nicolás Maduro como forma de protesta.
 
Sin embargo, las situaciones que ocurren no terminan siendo gratuitas y generalmente persiguen favorecer a quienes así lo necesitan, que podrán carecer de muchas cosas menos de ingenuidad. Algo que muchas veces diera para pensar que todo lo que ocurre es orientado y escrito por los expertos libretistas de telenovelas y 'culebrones' en uno y otro país.
 
No resulta raro pensar que a Santos le conviene marcar distancia de Maduro porque está en pleno proceso pre-electoral en Colombia, donde su intención evidente es reelegirse para un segundo periodo y donde sus más críticos opositores lo acusan de haber ayudado a legitimar a nivel internacional una elección presidencial en Venezuela que dejara grandes dudas.
 
El Presidente Santos sabía que el hecho de recibir a Capriles en el Palacio de Gobierno, así fuera un acto de conocimiento público y con amplio cubrimiento mediático, generaría las reacciones que se han venido produciendo en el gobierno vecino.
 
Por su parte, para el Presidente Maduro la oportunidad es perfecta para intentar acudir al nacionalismo exacerbado que pueda distraer la atención del pueblo venezolano, afectado por diversas problemáticas que el gobierno patriota aún no ha podio resolver. Muy sonada por estos días la relacionada con la escasez de algunos alimentos y artículos de primera necesidad.
 
Además, el más fuerte contrincante de Maduro al interior de su mismo partido, el Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, lo empujó a la fuerte reacción verbal que él había iniciado horas atrás. Es un pulso de fuerzas.
 
Es decir, Nicolás Maduro no quiere dar ventaja internacional en su confrontación contra Capriles ni tampoco en el reacomodamiento interno de las fuerzas políticas de gobierno tras la muerte de Hugo Chávez Frías.
 
Menos mal que los pueblos están por encima de sus dirigentes, de lo contrario estarían expuestos a las movidas estratégicas que cada cierto tiempo salen a relucir con el ánimo de afinar determinados intereses  que pretenden generar confusión, sembrar dudas y sacar el mayor provecho.
 
Un Presidente que necesita reelegirse y otro que está 'colgado de la brocha' alimentan situaciones que deben leerse con profundidad y tranquilidad, pues sus afanes no son los mismos de los pueblos que dicen representar.
 
Colombia y Venezuela geográficamente están 'condenados' a ser vecinos, por siempre. Sus gobiernos están obligados a entenderse, por siempre. Sus habitantes, los ciudadanos de aquí y de allá, deben estar comprometidos a no dejarse distraer y a seguir hermanados. Nada diferente. Hacen parte de un mismo pueblo, por siempre.