viernes, 5 de agosto de 2011

El país de las 'benditas' encuestas

Para cualquier cosa en Colombia se hace una encuesta: medir la imagen de un gobernante, conocer las posibilidades de un candidato, adelantar el nombre de la próxima reina de belleza, identificar la posición de la gente sobre determinados temas. En fin. Esa forma de conocer las percepciones de la población en general, o un grupo social en particular, en ocasiones ayuda a orientar diversas acciones antecedidas por las respectivas tomas de decisiones, aunque muchas veces el proceso se invierte.
Parque Forestal Represa del Neusa. Municipio de Cogua, Cundinamarca
El problema con esta forma de medición cuantitativa es que en diferentes circunstancias y, según el acomodo de quienes salgan beneficiados, los fríos números se convierten en sofismas de distracción y dilatan los aspectos fundamentales de aquellos hechos que deben tratarse con la mayor seriedad y profundidad.

Un 85, 50 o 10 por ciento no dicen nada sobre algo si no se conocen los argumentos que quienes aceptaron responder ciertas preguntas tuvieron para hacerlo. En otras palabras, mucha gente opina sin conocer a ciencia cierta aquella temática que encierra un interrogante. Otros más creen saber de los asuntos en cuestión pero sus fuentes de información previa son los rumores de pasillo, o lo que fragmentaria y sesgadamente hacen aparecer como información los medios periodísticos muchas veces.

Por eso en oportunidades las encuestas dejan dudas, no porque sean mal aplicadas o se tergiversen los resultados, sino por el grado de conocimiento que sobre las temáticas tienen los encuestados, aunque pueda haber muchas firmas encuestadoras de papel que se dediquen a entregar datos y porcentajes a la medida de lo que necesiten quienes los contratan.

El famoso encuestador colombiano Napoleón Franco en entrevista a la periodista Cecilia Orozco publicada por el diario El Espectador de Bogotá en abril de 2010, en el marco del proceso electoral para escoger Presidente de la República, decía que "Colombia tiene récord de compañías de investigación de mercados registradas en el CNE (Consejo Nacional Electoral): alrededor de 72 empresas. Y de ellas, diría que un 92% son propiedad de políticos activos". Falta ver si el panorama año y medio después siga siendo el mismo. (Leer entrevista completa).

Entonces, con los resultados de las encuestas hay que tener cuidado, pues de forma equivocada muchas personas pueden dejarse inducir y aumentar la ignorancia que tengan sobre diferentes tópicos, adoptando la actitud más cómoda: sumarse a la supuesta opinión dominante o mayoritaria, que no por ese simple hecho termina siendo la correcta.

Ojala en el país se dedicara más tiempo a discutir las soluciones reales y radicales a tantas problemáticas y no  a estar desayunando, almorzando y cenando con encuestas de todo tipo que, en oportunidades, ayudan a desorientar y confundir más al pueblo, a no ser  que ése sea uno de los tantos propósitos escondidos y perversos que anden sueltos por ahí.

Esperemos que se realicen y publiquen trabajos estadísticos con base en respuestas de la gente sobre el precio real que deben tener los combustibles en Colombia, de cuánto debe ser el salario mínimo legal mensual, de qué debe pasar con la educación pública, cuántos años de cárcel resultarían justos para los corruptos y criminales, con el objeto que se tuvieran en cuenta esas opiniones a la hora de tomar decisiones en las más altas esferas. Seguramente la respuesta sea que no porque el común de los ciudadanos poco conoce de esos temas y es a los tecnócratas a quienes les corresponde el estudio de rigor. Simplemente no conviene.

Con las encuestas puede suceder lo mismo que ocurre algunas veces en los planteles educativos: no necesariamente quienes obtienen las más altas calificaciones son los mejores, ni quienes sacan los menores puntajes son los menos inteligentes y capaces. Cuántas mentes brillantes no están dedicadas al mal. La historia presenta ejemplos por doquier.

Ser primero no siempre significa ser el mejor.


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