miércoles, 12 de mayo de 2010

Todos "pelan el cobre" por el tercer canal de televisión


Desde hace varios meses los colombianos estamos asistiendo al espectáculo generado por la posible adjudicación de un tercer canal privado de televisión para el país.

Ése ha sido uno de los buenos ejemplos de cómo los grupos hegemónicos, de aquí y de afuera, a la hora de intentar ser los beneficiarios de la tan polémica adjudicación empiezan a sacarse los trapitos al sol, y a punta de incluir en sus agendas informativas este tema como hecho de la mayor importancia, pretenden confundir a la sociedad y manipular la información que entregan o, mejor, la desinformación que hacen, cuando de manera intencionada engañan a la opinión pública.

El proceso del tercer canal privado ha estado salpicado de todas las suspicacias posibles desde el mismo momento que se conoció la decisión de la Comisión Nacional de Televisión, y del propio gobierno nacional, de poder disponer como mínimo de una nueva señal abierta de origen privado.

Que si debía tenerse en cuenta solamente el monto económico que ofrecieran los proponentes, a partir de un precio base; que si también las propuestas de contenidos, o de programación; que si la señal se debía disponer en las bandas de VHF o UHF; que si la decisión tenía que ser de éste o el entrante gobierno; que la Procuraduría dijo, que la Contraloría precisó; que si una cosa, que si la otra.

En fín, todos han hablado y siguen hablando del tema. Todos, menos los millones de colombianos que ejercen de receptores o, en el peor de los casos (la gran mayoría), de simples consumidores de lo que en gana propia les da por presentar a los actuales concesionarios del servicio, bueno, del negocio llamado televisión a través de la señal abierta. ¿Estará ahí el secreto que todos conocen? ¿Un servicio público que opera como puro negocio?

En Caracol y RCN televisión se presentan cada cierto tiempo oleadas "informativas" intentando dejar ver los inconvenientes existentes para que se adjudique en poco tiempo ese tercer canal. Mejor dicho, defienden ese duopolio audiovisual como si fueran los únicos bendecidos para ganar y ganar, por el hecho de pertenecer a dos de los grupos económicos más fuertes de Colombia: los de las familias Santodomingo y Ardila Lulle.

Sumado a eso, se especula que si antes de terminar el gobierno Uribe, el próximo 7 de agosto, se hace la correspondiente adjudicación, el favorecido será el grupo español Planeta, accionista mayoritario del medio de comunicación más influyente de Colombia: El Tiempo, cuna de periodistas y politicos, incluidos el actual Vicepresidente de la República, Francisco Santos, y el candidato presidencial Juan Manuel Santos, cuyas familias eran hasta hace poco tiempo los dueños de la Casa Editorial El Tiempo y ahora lo siguen siendo pero de forma minoritaria.

En todo este proceso la gran derrotada ha sido la verdad, como en tantos otros, pues dificilmente se podrían encontrar posiciones tan radicalmente opuestas, si no fuese por tratarse de un negocio que implica altas ganancias económicas y desarrollos propagandísticos sobre cómo debe verse, reflejarse y pensarse el mundo. Como lo afirma Violet Edwards ( Group Leader´s Guide to Propaganda Analysis) al definir la propaganda así: "Es la expresión de una opinión o una acción de individuos o grupos, deliberadamente orientados a influir opiniones o acciones de otros individuos o grupos para fines predeterminados".

Que el tercer canal lo adjudiquen ahora o después dá lo mismo, para el pueblo, pues simplemente quedará en manos de unos poderosos o de otros poderosos, esos mismos que patrocinan campañas politicas, promueven las leyes y ubican en las altas posiciones a sus fichas de poder, precisamente. La pelea es entre los "pesos pesados", a las gentes del común se les tiene en cuenta para, a partir de las desinformaciones que reciben, buscar legitimar decisiones y actuaciones de las que son no menos que convidados de piedra.

Es la ley del mercado mediático, podría decir algún aferrado defensor del sistema. ¡Qué pobreza!

Hoy, 12 de mayo, para citar tan sólo uno de los tantos ejemplos que podrían mostrarse, el diario El Tiempo de Bogotá, que aspira a quedarse con el tercer canal de televisión, titula su editorial como "rating para todos", haciendo alusión a investigaciones abiertas contra RCN y Caracol por presuntamente infringir normas que buscan hacer prevalecer la libre competencia.

No es sino sentarse a ver los noticieros de ambos canales y encontrar como respuesta notas "informativas" donde se sigue cuestionando el proceso licitatorio para adjudicar una nueva señal.

Lo que los colombianos necesitan, a lo mejor, no son tres canales privados, sino cuatro, cinco o seis pero, sobre todo, disponer de una televisión pública (no gubernamental) de calidad, pluralista, informativa, que genere debate, que argumente consensos y disensos, que sea incluyente y que más que dirigirse a audiencias piense en los públicos a los que llega, como actores politicos que deben ser en toda sociedad.

No se necesita ser hechícero, brujo o mago, para atreverse a afirmar que con cuantos canales privados más que puedan ver los colombianos en señal abierta, los sapos, muñecas, noticieros pobres, realities y entretenimento de quinta, seguirán siendo iguales, en términos generales. Mientras tanto, la televisión pública parece que seguirá sin importarle a la mayoría.

Por ahora, sigamos siendo testigos de cómo "los grandes" se siguen sacando los trapitos al sol.

Bueno, los dejo porque me voy a ver la novela ...


__________________________________________________________________
Editorial El tiempo, 11 de mayo de 2010

'Rating' para todos

La semana pasada, la Superintendencia de Industria y Comercio abrió investigación formal contra los canales RCN y Caracol, Ibope Colombia y la Unión Colombiana de Empresas Publicitarias (Ucep) por infringir presuntamente normas que garantizan la libre competencia entre las empresas y entidades mencionadas para la realización de un estudio de medición de audiencias televisivas en el país.

Representantes de varios canales locales e internacionales, incluyendo a esta Casa Editorial, que es propietaria de Citytv, han expresado legítimas inquietudes sobre las características y alcances del convenio. Según este, los dos cnales privados financiarían la mitad del estudio de audiencias hecho por Ibope, decidirían la metodología y podrían determinar a quién vendérselo, en qué condiciones y a qué tarifas. El problema radica en que la información proveniente de esas mediciones -el rating de los programas- es la base principal del mercado publicitario, que determina, a su vez, los ingresos en el negocio de la televisión.

No es la primera vez que los dos medios televisivos de mayor audiencia -aproximadamente un 95 por ciento de la TV abierta en Colombia -buscan el control de la única fuente independiente de medición de sintonías. El año pasado, RCN y Caracol se retiraron del estudio Ibope para presionar la exclusión de la porción de la televisión por suscripción y así contar con ratings más favorables para la definición de la pauta. El carácter duopólico del que gozan les permite imponer acuerdos de este tipo, convenientes para sus finanzas, pero nefastos para el resto de canales locales, regionales e internacionales.

Por fortuna, la Superintendencia de Industria y Comercio comparte las alarmas de una parte del sector al ordenar la apertura de la investigación por prácticas comerciales restrictivas contra esas empresas y algunos de sus directivos. Lo que le preocupa a este ente de control es que el convneio podría terminar limitando el acceso de otros medios televisivos y empresas a la información sobre las audiencias, vital para su planeación económica y su supervivencia financiera. Como RCN y Caracol pueden definir hoy las metodologías y establecer las condiciones de comercializacion de estos estudios, semejante posibilidad es real.

Sin desconocer el derecho de defensa que tienen las dos empresas mencionadas, Ibope y la Ucep, se espera que los investigadores de la Superindustria tengan libertad y tranquilidad en el desarrollo de sus averiguaciones. Como quedó demostrado en el proceso de licitación del tercer canal el año pasado -en el que participó el grupo Planeta, propietario de este diario-, los dos canales acostumbran desplegar sin rubor sus aparatos informativos a la par de sus baterías jurídicas y de cabildeo en beneficio de sus intereses legales y sus privilegios económicos. Ojalá esa justa investigación no caiga víctima de una agenda noticiosa manejada por unos pocos.

Tales son los típicos fenómenos que genera la existencia de férreas estructuras duopólicas. En el caso de la televisión abierta, es muy diciente la pobre oferta de canales que soportan los colombianos. Países mucho más pequeños disfrutan de un abanico de opciones, entre las cuales el público tiene la potestad de elegir la programación que más le gusta, en un escenario de franca competencia.

Al contrario, en Colombia, los dos canales privados, propiedad de privilegiados grupos económicos, protegen su rentable negocio al incurrir en prácticas censurables como la que es objeto de investigación, aparte de obstaculizar el trámite de la licitación para un necesario tercer canal. Entre tanto, televidentes y anunciantes están obligados a ver un solo modelo de televisión, cuando piden a gritos más opciones y alternativas.



No hay comentarios: