jueves, 3 de mayo de 2012

No al secuestro de la libertad de prensa

Horas después de un atentado a RCN Cúcuta, en los años 90.
Con ocasión de la celebración este 3 de mayo del Día Mundial de la Libertad de Prensa se han escuchado en Colombia diversas voces de colegas clamando por la liberación del periodista francés Roméo Langlois, presuntamente en manos del grupo guerrillero de las Farc cuando realizaba para un canal de televisión de su país, del cual es corresponsal en el nuestro, el cubrimiento de operativos militares en el departamento de Cáqueta.

Los reclamos apuntan a que se respete la integridad física de Langlois, que pueda retornar prontamente a ejercer su profesión y, por supuesto,  a que se entienda que la actividad periodística en el conflicto armado interno colombiano no convierte a los comunicadores en  actores de la guerra, por más que informen sobre ésta. 

Sea la oportunidad para exigir también tantas otras cosas que guardan directa relación con la libertad de prensa, porque cuando la misma no es real sino ficticia entonces la primera víctima es la verdad, como se ha escuchado decir en tantos conversatorios.

En muchas partes del país existen periodistas que ven su libertad de informar y de analizar 'secuestrada' por presión de grupos al margen de la ley, bien de izquierda, bien de derecha, por bandas criminales y hasta por fuerzas del Estado en ocasiones.

Hay medios  donde la práctica de la autocensura termina siendo común por miedo a las posibles amenazas contra las vidas de los comunicadores o para evitar la pérdida de privilegios y dádivas. Nada más terrible para un periodista que autocensurarse para evitar la censura. En los dos casos es la sociedad la que pierde... y mucho.

Ciertamente los primeros que deben defender la Libertad de Prensa son los ciudadanos, las personas de bien, por encima, incluso, de los mismos periodistas, medios de comunicación y gremios del sector.

El trabajo periodístico serio, responsable, honesto, comprometido y sensible no dá frutos diferentes a los de ayudar a fortalecer una auténtica opinión pública, una comunidad con actitud crítica frente a lo que ocurre a su alrededor y, fundamentalmente, deseosa y esperanzadora de ayudar a lograr las transformaciones sociales que sean necesarias para vivir en la mayor armonía posible.

En la medida en que se potencie y priviligie la Libertad de Prensa dos derechos esenciales en la vida humana, entre tantos más, podrán gozar de bases sólidas: el Derecho a la Comunicación y el Derecho a la Información.

Sea el momento también para resaltar la tarea de tantos periodistas en Colombia y en el mundo que hacen honor a un ejercicio profesional digno, de la mayor importancia social, que arriesgan hasta su integridad física y la de los seres cercanos en aras de la libertad de prensa, pero no para defenderla como mero discurso sino como práctica cotidiana.

El periodismo, hay que reiterarlo, no debe entenderse como un poder más, sino como contrapoder, para evitar que caiga en los abusos de quienes ejercen los poderes tradicionales en nuestros pueblos.

Al cumplirse 21 años de haberse establecido por la UNESCO y el Departamento de Información Pública (DIP) en la Conferencia de Windhoek, Namibia, el tres de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa, un emotivo saludo a los mejores periodistas de Colombia: los de provincia.


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