lunes, 24 de octubre de 2011

Reflexiones electorales

Tarjetón electoral para la  gobernación de Norte de Santander.
En la recta final de la actual campaña política colombiana termina la tarea de los candidatos y queda ahora el juego en cancha de los actores más importantes: los electores. Acaban las encuestas, los debates, la retórica de los discursos, las promesas serias, los compromisos inalcanzables, los saludos por montones, los abrazos sin razones y cientos de cosas más.

Por eso este domingo 30 de octubre todo lo anterior será anecdótico cuando cada ciudadano en la urna de votación llegue para  ayudar a decidir la suerte, por así mal llamar el asunto, de cientos de municipios y 32 departamentos cuya buena parte de sus pobladores reclaman  mejores niveles de vida, en lo individual, y mayores posibilidades de convivencia armónica, en lo colectivo.

Gobernaciones, alcaldías, asambleas, concejos y juntas administradoras locales esperan por las decisiones políticas que adopten millones de personas cuando cristalicen en las urnas sus hasta ahora intenciones de voto o de duda.
Candidatos alcaldía de Pamplona

Sin embargo, una primera conclusión, como la de jornadas previas anteriores, es que si votan los mismos terminan ganando los de siempre, los de cada cuatro años, los que hacen que sus maquinarias sigan funcionando a la perfección para seguir aferrados a las ventajas que ofrece el poder.

Por eso, los menos interesados en que acudan a sufragar más ciudadanos de los acostumbrados son los politiqueros corruptos tradicionales, pues dentro de sus cuentas buscarán siempre ser mayoría dentro de las minorías que deciden. De ahí que cuando se establecen alianzas resulta hasta fácil analizar cuáles de ellas son ciertamente programáticas y cuáles no, por responder a otros tipos de intereses.

Los que por apatía, desinterés, falta de información o cualquier otra circunstancia deciden abstenerse de participar y, por lo tanto, de no sufragar, terminan alimentando ese odioso círculo vicioso de la política electoral colombiana donde son unos pocos los que terminan tomando las decisiones. Es preferible un voto en blanco par rechazar el actual sistema o la inconformidad con los candidatos, que la abstención misma.

Cuando un ciudadano ejerce como tal su derecho al voto dicho sufragio adquiere todo el valor e importancia imaginable posibles.  Ahora, cuando lo electoral se convierte en vulgar mercancia entonces ese voto puede efímeramente costar cualquier billete de 20 o 50 mil pesos, un almuerzo, una teja de zinc, un mercado o cualquier otra cosa también menor.

Candidatos alcaldía de Sardinata
En otras circunstancias, si esa forma de participación ciudadana se da bajo la presión de la amenaza de grupos ilegales y/o de sectores estatales el asunto no es menos que preocupante y miserable, porque entonces los candidatos dejan de serlo para convertirse en hampones que a falta de discursos serios, responsables y coherentes terminan 'vendiendo sus almas al diablo' para satisfacer apetitos de poder  y, de paso, acabar con lo público.

Ni todos los políticos son malos y corruptos, ni todos los aspirantes a cargos de elección popular quieren llegar a las dignidades del caso para saquear los presupuestos estatales. Eso está aparentemente claro. Lo que en ocasiones resulta dificil de advertir es la cantidad de intereses que se juegan por debajo de la mesa.

Un electorado como el colombiano, curtido en tantas contiendas, debería tener el suficiente olfato y criterio para saber de la importancia de hacer lo correcto pero, sobre todo, de distinguir qué es lo correcto en política. Esto segundo es mucho más complejo que lo primero.

Y para identificar lo correcto hay que mirar no solamente la cara de los candidatos, sino sus propuestas y programas, quiénes los respaldan, cuáles sus antecedentes, si como vecinos han sido de confiar, si son hombres y mujeres ejemplares en la comunidad que integran. En otras palabras, si pueden ser dignos representantes de los ciudadanos honestos, de bien.

Bien vale la pena terminar con la siguiente reflexión: cuando alguien busca comprar una casa no pregunta si la misma tiene instalados los servicios públicos básicos, pues es de suponer que así sea. Resultaría demasiado obvio preguntar en condiciones normales por esas cosas.

Candidatos alcaldía de Cúcuta
En la realidad de la política colombiana, que no es menos que buena parte de la mundial, toca empezar por hacer las preguntas más elementales: ¿Es honesto? ¿Es de confiar? ¿Le interesa el bien común? ¿Es visionario en lo colectivo? ¿Es una persona competente? ¿A qué modelo de sociedad le apuesta?

El intentar contestar esos interrogantes, en primer lugar, a lo mejor resultaría un buen punto de partida. Que las respuestas no pasen de este domingo.


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