sábado, 27 de marzo de 2010

Única e Irrepetible


Tuve la oportunidad de asistir, como tantas otras veces, a la ceremonia de graduación de nuevos profesionales de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de Pamplona, unidad académico-administrativa de la cual tuve el honor de ser Decano entre 2005 e inicios de 2009.

¿A qué viene el asunto? Simplemente a las reflexiones que surgen en momenos como éstos y la misma nostalgia que se hace presente cuando la memoria empieza a recordar fechas especiales, en lo personal, de las mismas caracteristicas: la culminación de los estudios secundarios, luego de los profesionales y, algunos más, relacionados con postgrados.

Sin embargo, la obtención del título profesional deja huella para toda la vida. Los amigos, los compañeros, los profesores, esa vida independiente que los jóvenes aprenden a llevar en la Universidad (no hay entrega de boletines de notas ni, mucho menos, reuniones de padres de familia), los amores que se encuentran y hasta los hijos que aparecen como producto de esas relaciones. Es una época única e irrepetible.

Obsevar los rostros de maestros en música, filósofos, licenciados en educación artística, artistas plásticos y comunicadores sociales, para el caso de la Facultad en mención, es observar la esperanza de Colombia. Seguramente desde las artes y las humanidades esté en buena parte la apuesta para cambiar el país, por uno más ético, solidario, sensible, respetuoso y corresponsable.

Volviendo a la ceremonia, en esta como en otras ocasiones no se sabe quiénes son los más emocionados: los graduandos por ver reconocidos sus esfuerzos durante 10 o más semestres. Madrugadas, noches en vela, qüises, parciales, pruebas ecaes, evaluación de una segunda lengua y, hasta docentes intolerantes, tuvieron que ser sorteados para llegar a esta otra meta.

Otros, son los padres de familia, al ver que tantos sacrificios hechos valieron la pena. Los diplomas deberían llevar sus nombres también. -Papá, que por favor me gire- -Mamá, que no me alcanza-, a lo mejor fueron frases que debieron escuchar una y otra vez durante varios semestres. Cuántas veces no se privaron de cosas para sí con tal que ellos, sus hijos e hijas, no pasaran necesidades. O cuántas veces se fueron a la cama con lagrimas y dolor en el corazón por no tener cómo suplir dichos pedidos. Hoy, regresan a sus pueblos y ciudades con la frente en alto y ese orgullo que respiran en cada poro.

Por último, estamos los profesores, quienes intentamos apoyar esa labor de formación. Los estudiantes se convirtieron en hijos "prestados" durante varios años. Hoy día ya son colegas, bien de profesión, bien por tener una carrera universitaria. Docente que no se emocione no pasó de ser un "dicta clases". La idea es que los nuevos profesionales salgan y demuestren que son mejores que sus maestros pues, de lo contrario, la tarea habrá quedado a medio hacer.

Qué bueno por todos los graduandos, en especial los comunicadores sociales de los campus de Pamplona y Villa del Rosario.

Muchachos, la jornada apenas empieza, el camino comienza ahora.

¡Felicitaciones!

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