domingo, 31 de marzo de 2013

La cansonería de los expresidentes

Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana Arango se han empecinado, a toda costa, en no dejar que la opinión pública los olvide, y con el favor de los medios de comunicación de la capital de la República siguen teniendo tanto despliegue como cuando estaban al frente del Estado colombiano.
 
Uribe Vélez y Pastrana Arango están, como dirían las abuelas de antes, cansones. El país que ambos dejaron no fue el mejor, así quieran hacer creer lo contrario, sobre todo para el caso del primer político en mención.
 
Cuando sienten que sus imágenes públicas se pueden ver afectadas por la actuaciones y/o sindicaciones que salen del actual gobierno, entonces no hay vocabulario ni redes sociales que se salven de mostrar sus airados reclamos.

Uno esperaría de personajes que han ocupado la más alta posición que el país pueda entregar, que el vocabulario y el sentido de cada frase que pronuncien sea pensada y esté rodeada de un ánimo constructivo y no simplemente revanchista y electoral.

Extraña más, todavía, en el caso de Uribe Vélez, que en sus ocho años de mandato no admitía la menor de las críticas y tildaba a quienes consideraba sus enemigos como aliados del terrorismo. Los funcionarios y amigos a quienes defendía terminaron en la cárcel o huyendo de la justicia.

Todavía son de recordar los grandes escándalos en su gobierno como las 'chuzadas' telefónicas a periodistas, políticos y magistrados por parte del desaparecido DAS, el descaro en que se convirtió Agro Ingreso Seguro, la falsa desmovilización de un aparente bloque paramilitar, los falsos positivos, etc., etc., etc.

Ahora, con la cantidad de mensajes que se han dejado escuchar y leer durante los días recientes por parte de Uribe Vélez y Pastrana, queda demostrado que la clase politiquera colombiana quiere seguir presentándose ante los ciudadanos del común y del corriente como gobierno y oposición, al mismo tiempo, cuando esos apellidos y los partidos y movimientos que dirigen son apenas más de lo de siempre: arropados todos con la misma cobija.

El proceso de paz entre el gobierno del Presidente Santos y las Farc, el fallo de la Corte de la Haya que despojara a Colombia de miles de kilómetros cuadrados de mar frente a la isla de San Andrés, entre otros asuntos, se han convertido en las excusas perfectas para pretender demostrar quién tiene más poder, quién tiene más respaldo popular.

Definitivamente los expresidentes tienen mucho tiempo libre, demasiado, y sus nostalgias de gobernantes les hace creerse con la suficiente moral para seguir influyendo en las decisiones del país, cuando muchos de los actos de sus periodos de mandato carecieron, precisamente, de actuaciones éticas y ajustadas a la ley.

Aquí, en Colombia, con rabo de paja o no, muchos se arriman a la candela.
 
 

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