miércoles, 11 de agosto de 2010

'Hagámonos pasito'



'Luego de la tempestad viene la calma', reza uno de los tantos adagios populares. Eso pareciera estar sucediendo en materia diplomática entre los gobiernos de Colombia y Venezuela tras la reunión del día anterior entre los presidentes Juan Manuel Santos y Hugo Chávez en la histórica ciudad caribeña de Santa Marta, donde acordaron restablecer las relaciones de todo tipo entre el par de países, rotas políticamente el pasado 22 de julio cuando se denunciara la presencia de campamentos de la guerrilla en el vecino país.

Digo que pareciera porque en materia de relaciones internacionales varios de nuestros gobernantes nos han enseñado que "lo más seguro es que quién sabe". Sin embargo, el anuncio de pasar la página, no mirar por el espejo retrovisor y empezar a construir nuevas confianzas entre una y otra parte se convierte, por lo menos, en un importante alivio para los habitantes de la extensa zona de frontera colombo-venezolana, en especial las de Norte de Santander-Táchira, Arauca-Apure y Guajira-Zulia, dado que las angustias generadas por la crisis política estaban representando altos impactos en lo económico, lo comercial y hasta en materia de movilidad, para citar tan sólo algunos aspectos particulares sufridos aquí y allá..

Aunque Santos y Chávez representan modelos de sociedades diferentes ojala tengan claro que los dos territorios que gobiernan de manera circunstancial serán hermanos y vecinos por siempre, interdependientes y culturalmente conectados.

A pesar que las relaciones políticas venían de capa caída y los temas de discordia entre el gobierno colombiano saliente de Álvaro Uribe y el de su homólogo venezolano de Hugo Chávez fueron varios, sin duda la autorización para el uso de bases militares colombianas por tropas de Estados Unidos y la presencia presuntamente permitida de la guerrilla en territorio bolivariano, se convirtieron en los detonantes mayores.

Sujeto a críticas y otras interpretaciones que se puedan tener sobre lo hasta ahora sucedido, considero que las denuncias del gobierno Uribe abonaron el terreno para los frutos que hoy recoge Santos. Es decir, si las hubiese formulado el recién posesionado mandatario en los mismos términos, o en otros más amables, la reacción de Chávez hubiese sido igual: romper relaciones. Ese hecho habría significado cuatro años de más 'diplomacia de micrófono' con sus consabidos ataques verbales, de bloqueos comerciales, de miedo a pasar la frontera, de amenazas de guerra (impensable en la realidad). En otras palabras, ese trabajo sucio no era para un gobierno que apenas se aprestaba a comenzar. No observo esas actuaciones tan sueltas como algunos piensan que se han dado, pero es simple suposición.

Además, con el 'coco' de la Corte Penal Internacional Uribe a través de su abogado personal remató la faena contra Chávez. Entonces, con ese panorama lleno de tensiones y contradicciones no quedaba, ahora, salida diferente que la de sentarse de forma rápida a establecer acuerdos sin ahondar en puntos como la presencia de subversión colombiana en Venezuela, ni de soldados y tecnología militar estadounidense en Colombia, para volver a referenciar, entre varios, esos dos elementos de la problemática binacional, por ahora adornadas con frases como 'crea en mí que yo creo en Usted'.

El destacable y conciliador discurso pronunciado por Juan Manuel Santos el siete de agosto pasado y la inmediata respuesta al mismo de Hugo Chávez, la eficiente gestión de los cancilleres Holguín y Maduro, ojala no conviertan en flor de un día las ilusiones de colombianos y venezolanos depositadas en el encuentro de Santa Marta.

Con serios pecados a lado y lado, especulo diciendo que se trata de un acuerdo que podría titularse : 'Hagámonos pasito' o, 'entre bomberos no nos pisamos la manguera'.

En fin, lo importante es evitar que las naciones sufran las consecuencias directas de los no entendimientos que se producen entre sus gobernantes, y que las expectativas que se generan cuando éstos se ponen de acuerdo representen para los habitantes de frontera la seguridad que sus regiones recibirán mayor atención e inversión social por parte de ambos Estados.

Debe aprovecharse esta luna de miel, mientras dure, para profundizar en la apuesta de grandes proyectos binacionales, pero además para acometer otros menores que en el eje binacional caerían bien, para el caso Norte de Santander-Táchira en particular. La ampliación y modernización de una vez por todas de las obsoletas estructuras de los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander; así mismo, permitir el libre tránsito de personas de una y otra nacionalidad por ambas regiones, pues resulta inconcebible que para ir a San Cristóbal, a apenas una hora de Cúcuta, deba tramitarse como mínimo permiso fronterizo. Las simples cédulas deben ser suficiente elemento de identificación y control.

Finalmente, aunque el mundo exige diversas interpretaciones para las complejas realidades que muestra, muchas personas del común piensan que éste ha sido sólo lo que los historiadores cuentan de él o, lo que los medios de comunicación social hacen referencia hoy día al hablar de los hechos de actualidad.

Por ello, en el campo de las relaciones internacionales la misma historia se encarga de demostrar los estados de dependencia, independencia e interdependencia desde las diversas perspectivas que dichas realidades han ofrecido y continúan manifestando: imperios, colonias, ciudades-estados, estados-nación, alianzas, bloques; en fin, luchas por el sometimiento y la emancipación que no sólo han sido de carácter externo, sino que se han vivido al interior de territorios y siguen presentándose en diversos rincones del planeta.

En este orden de ideas puede plantearse el caso de cómo los países se mueven internamente: es decir, sus dinámicas sociales, lógicas políticas, maneras de gestionar los conflictos, los procesos culturales en permanente construcción, aspiraciones, proyectos de sociedad y relaciones de poder, para mencionar algunos de los elementos que podrían seguir citándose.

Ahora, la esencia de las relaciones internacionales es la diplomacia como factor fundamental para intentar asegurar la convivencia armónica entre las naciones, representadas por sus gobernantes. Cuando ésta no funciona aparece entonces la discordia y la violencia.

Ojala ésta sea una nueva etapa de las relaciones colombo-venezolanas donde los gobernantes estén a la altura de sus pueblos.


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