lunes, 15 de abril de 2013

El presente y futuro de Venezuela

Luego de conocidos los resultados oficiales de los comicios venezolanos donde se eligió al nuevo Presidente de la República, quedan una serie de inquietudes sobre la vida en ese país, gobernado durante catorce años por Hugo Chávez Frías.
 
234 mil votos aparentes de diferencia entre Nicolás Maduro y Henrique Capriles en una jornada donde participaron algo más de 14 millones de electores, cerca del 80% del potencial electoral de Venezuela, habla que si bien el chavismo seguirá gobernando unos años más, no todos los venezolanos están convencidos de que el llamado modelo socialista del siglo XXI sea la mejor opción.
 
El reconteo de votos solicitado por Capriles y aceptado por Maduro, pero negado por el Consejo Nacional Electoral, le hubiera ahorrado a los venezolanos todos los enfrentamientos que ya iniciaron y aquellos muchos que se presagian venir, dada la altísima polarización presente entre la población.
 
Lo peor del caso es que quienes se enfrentan en las calles y a través de los medios de comunicación, los ciudadanos del común, son hombres y mujeres de una misma patria, personas con problemáticas similares, con sueños parecidos aunque desde perspectivas diferentes.
 
Lo claro de chavistas y opositores es una sola cosa: su amor por Venezuela, pero cuando los grandes dirigentes vayan muriendo, como Hugo Chávez, la historia les cobrará si sus luchas fueron para separar o para unir, para servir o para manipular, para enriquecer a unos y para empobrecer a otros.
 
En esa misma medida los venezolanos de a píe seguirán descubriendo, también, si valió la pena enemistarse con el vecino por cosas de la política partidista, dejar de saludar al viejo compañero por ser del bando contrario, haber arriesgado su integridad física en  manifestaciones callejeras por mostrar su simpatía con uno u otro candidato.
 
Lo cierto es que por ahora siguen surgiendo preguntas para las cuales todavía no hay respuestas, pues la política desde hace mucho tiempo se convirtió en el manejo misterioso que unas élites, de derecha y de izquierda, hacen de las cosas de interés común. Eso ocurre en Venezuela, en Colombia ...
 
Lo mejor que les puede pasar a los venezolanos, y a los pueblos de muchos países, es que se dejen seducir por un discurso más racional y menos emotivo, por un lenguaje más constructivo y menos vulgar, por ejercicios democráticos más amplios y menos demagógicos.
 
La concentración de poderes es tan peligrosa en cualquier orilla ideológica que eso hace soberbios a los gobernantes, ignorantes a los ciudadanos, poco visibles a los opositores  y acaba cualquier opción sería de construcción de país.
 
Desde afuera cada quien puede tener las impresiones sobre el proceso electoral de Venezuela, pero es a los venezolanos a quienes les corresponde trazar su camino, de forma honesta y transparente. Con esas mismas características se requieren sistemas electorales, partidos políticos y gobernantes.

Cuando la ambición por el poder enceguece a los hombres, son los pueblos los que terminan perdiendo.
 

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