jueves, 13 de enero de 2011

La razón de lo público está en un correcto ejercicio ciudadano




Los primeros días de cada nuevo año sirven para alimentar muchos propósitos, algunos de los cuales se convierten en realidad, mientras otros quedan en simples ilusiones. La repetición de la repetidera, como dirían nuestros sabios abuelos.

Sin embargo este 2011, cargado de política electoral por donde se le mire, debe servir para que cada ciudadano sepa ejercer el derecho que tiene de hacer que lleguen en representación suya otros ciudadanos a ocupar diferentes cargos públicos. Es así como en octubre la obligación será asistir a las urnas para escoger gobernadores, alcaldes, diputados y concejales, quienes tendrán el compromiso de asumir los destinos de regiones y localidades en calidad de líderes, no de dueños de intereses particulares.

Por estos días las noticias y comentarios son de todo tipo a ese nivel: que ya se aliaron unos con otros, que los otros no quieren acuerdos con los unos, que los consensos se adelantan con base en lo programático y no en coaliciones de tipo delincuencial, que si lo contrario... en fin.

La sensación que por ahora queda es que el proceso se repite tal cual tantas oportunidades anteriores. Nuestra primaria clase política fija posiciones de todo orden en nombre del pueblo pero éste apenas es tenido en cuenta como potencial electoral, alguna parte del cual a través de cemento, arena, almuerzos y becas termina dejándose comprar, en ocasiones porque de forma diferente no podrían sacar de sus recursos propios ni cemento, ni arena, ni almuezos, ni tantas otras cosas, simplemente porque el grado de pobreza o miseria económica en que se encuentran no se los posibilita.

Los autoproclamados dirigentes se han convertido de hace rato en negociantes de las política que ni entre ellos mismos se creen, por eso muchos terminan firmando en secreto documentos que los comprometen a cumplir sus oscuros pactos, so pena de sufrir consecuencias de tipo económico, familiar, etc.

Qué bueno sería que en esta oportunidad no fueran los políticos y politiqueros los que llenaran de ofrecimientos sus discursos y posibles planes de gobierno, sino que las comunidades se sentarán a discutir sus problemáticas y proyecciones para establecer sus propios sueños de sociedad. Una vez cumplida esta dificil pero no imposible tarea, se procediera a elegir de los candidatos el más capacitado para desarrollarla. Los incompetentes, por sí sólos y de física vergüenza, terminarían auto excluidos de la contienda. No de otra forma se podrá llegar algún día en Colombia a privilegiar y defender lo público de manera amplia y transparente.

Este es uno de los grandes retos para la nación en la actual vigencia, pues varios de los planes de reconstrucción del país tras los daños provocados por las lluvias en el segundo semestre de 2010 terminarán siendo asumidos en alguna parte del proceso por los nuevos gobernantes y coadministradores desde enero de 2012, y lo que a toda costa debe evitarse es que a esas posiciones lleguen hampones o que sean éstos últimos quienes patrocinen campañas.

Bien vale la pena empezar a revisar con sumo cuidado las hojas de vida de los, por ahora, precandidatos y saber además quiénes están detrás de ellos. Pero también que los electores inicien a revisar sus conciencias para saber desde ya si se va a jugar a las mismas prácticas corruptas o los ánimos son de cambio y no de simple renovación de nombres para que todo siga igual.

Se está a tiempo de analizar en detalle la situación. Tiempo habrá también para hablar sobre el papel que le corresponde a los medios de comunicación en este marco electoral, pues así como se afirmó que hay negociantes de la politica, también los hay de la información periodística.

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