lunes, 16 de enero de 2012

LLegó el tiempo de las acciones.

La Playa de Belén, Norte de Santander.
Transcurrida apenas la primera quincena de este 2012 donde la mayor novedad se presenta con el inicio de las nuevas administraciones de gobiernos regionales y municipales, resulta bastante ligero hacer evaluaciones profundas sobre el desempeño de los jefes de las entidades territoriales y sus colaboradores directos.

De todas maneras, es razonable no tener que esperar mucho tiempo para hacer unos primeros análisis de las intenciones y decisiones que hayan podido socializar, ya no en plan de candidatos sino de representantes de la rama ejecutiva.

Un mandatario seccional o local no es el dueño ni del departamento ni del municipio, respectivamente, sino el administrador y líder de los asuntos de interés público sobre los cuales debe tener conocimiento y comprensión para poder tomar decisiones acertadas en compañía de su equipo de trabajo.

En algunos casos se advierte todavía la penetración de aquellas fuerzas oscuras que siempre se posicionan detrás del poder visible para sacar mejor provecho del mismo, ubicando fichas estratégicas en diferentes posiciones donde se controlan prespuestos y determinaciones de mayor orden.

En otras situaciones pareciera asistirse a la renovación no solamente de nombres sino de estilos de hacer política, así los contradictores de turno, derrotados en las urnas, estén a la espera de cazar equivocaciones de los gobernantes para buscar deslegitimar tales mandatos populares o, en el peor de los casos, emprender campañas sistemáticas de desprestigio con ese mismo fin.

Lo cierto es que los ciudadadanos deben estar atentos, vigilantes, a las actuaciones de sus nuevas administraciones de gobierno y no dejarse guiar únicamente por lo que señalen o dejen de informar los medios de comunicación  periodísticos, pues en unas cuantas situaciones parecieran ejercer más una función político-partidista que de independiente control social, esto último como debe ser siempre.

De todas maneras, acabó el tiempo de las promesas y llegó el periodo de las acciones. Es lo mínimo de esperarse. Aquí no se trata de mirar quién es el más afable, carismático o demagógico goberrnante, sino el lider  eficiente que las comunidades reclaman para atender cientos de problemáticas y potenciar los grandes valores humanos, sociales y naturales que tiene Colombia.

Seguramente dentro de poco se dejen escuchar los acostumbrados balances que dan cuenta de los cien primeros días de mandato. Sin embargo,  es bueno y pertinente que la evaluación se haga día a día, despúes de estas primeras semanas de euforía propias de llegar, seguir o recuperar el liderazgo politico en los diferentes territorios.

Un sólo día de trabajo que gobernante alguno pierda es irrecuperable, no para él, sino para la comunidad. Ojala las veedurías ciudadanas y distintos grupos de control, además de los organismos oficiales, puedan ejercer el mejor papel para asegurar que lo que tenga que hacerse en función de lo público, se haga.

Sólo el tiempo dirá si los electores acertaron o se volvieron a equivocar. Para bien de todos, que sea lo primero.

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