miércoles, 30 de noviembre de 2011

Obras sí, urgentes, pero con calidad.

El Diamante, tramo de la via Cúcuta-Pamplona
En departamentos como Norte de Santander la época de receso de lluvias, luego del fenómeno de la niña, no fue aprovechada para intentar obviar algunas de las dificultades que la nueva temporada invernal ha empezado a reiterar, especialmente en materia vial.
Algunos de los trabajos que se hiceron fueron tan pequeños e insuficientes que las primeras precipitaciones de consideración ya volvieron a dejar bloqueados a municipios entre sí y a la región con otras zonas del país.

Apenas hace unos cuantos días se daba cuenta de la aprobación de partidas presupuestales para iniciar la atención en serio de tramos críticos entre Cúcuta y Pamplona, por ejemplo. Otras vías como Cúcuta-Sardinata siguen reclamando atención, pero no de ahora sino de hace años. Ni qué hablar, como se ha insistido en muchas ocasiones, de las carreteras secundarias y terciarias

Lo que queda demostrado es que todo lo que ha venido ocurriendo en el último tiempo no sólo es consecuencia de las lluvias, sino de las obras hechas de manera deficiente, irregular, pues no de otra forma se explicaría que trabajos relativamente recientes hayan quedado perdidos, cuando es de suponer que los mismos fueron efectuados tras estudios previos del más alto nivel.

La región nortesantandereana sigue recibiendo del gobierno central una atención de quinta categoría en materia de infraestructura vial, y las salidas de los últimos años se ha concentrado en otorgar a concesiones privadas los manejos del caso y las inversiones de rigor, donde las ganancias se las reparten los socios y las dificultades económicas se socializan.

Lamentablemente se volvió costumbre que reparar una pérdida de calzada, pequeña o grande, resolver un hundimiento o atender cualquier novedad similar requiere de meses o años. ¡Es inconcebible!

Se podrá decir que ante la fuerza y/o furia de la naturaleza nadie puede, existiendo mucho de razón, pero es de suponer que si las obras quedaran mejor los estragos de las lluvias no serían tan contundentes. A lo mejor el círculo vicioso es construir deficientemente para asegurar carruseles de contratos cada cierto tiempo.

Los expertos en el tema tienen la  experiencia, autoridad y competencia del caso para hacer sus propias evaluaciones, pero no deja de llamar la atención que todo el mundo sepa dónde se han presentando, se registran y seguirán ocurriendo los desastres en las carreteras.

Es de esperar que las obras que empiezan a ejecutarse tengan la mayor vigilancia posible de la ciudadanía y que las interventorías funcionen, pues hasta el papel de éstas últimas da para hacer cuestionamientos.

Las empresas tienen derecho a obtener las ganancias justas por desarrollar las tareas profesionales del caso, pero las versiones que se dejan escuchar muchas veces respecto a los dineros que reciben y aquellos que ejecutan, en ocasiones crean grandes dudas por las amplias diferencias entre una y otra situación.

En conclusión, el departamento Norte de Santander reclama, necesita, requiere obras con urgencia en materia vial, pero de calidad.

martes, 22 de noviembre de 2011

Los medios de comunicación y la región

Durante el transcurso de 2011 el departamento Norte de Santander, tal como ha sucedido con otras regiones del país, ha sido visitado por equipos periodísticos de medios de comunicación nacionales, en especial de carácter radial, lo que ha permitido que algunas temáticas de la zona hayan tenido mayor impacto que cuando son tratadas desde esta parte del país por sus corresponsales.

Ejemplos como los de Caracol, RCN y la Radio Nacional de Colombia han permitido que en determinados días y por unas cuantas horas la región se haya convertido en parte del centro informativo del país, donde funcionarios, dirigentes gremiales y algunos ciudadanos del común han tenido la posibillidad de expresar las preocupaciones y anhelos de los habitantes de esta zona de frontera.

La tarea que corresponde a las empresas de periodismo ahora es hacer seguimiento de muchas de las problemáticas expuestas, pero no con simples reportes de noticias desde el departamento, que en ocasiones terminan perdidos dentro del mar de información que se mueve de manera diaria en el país, sino ojala con un despliegue similar al dado cuando sus principales periodistas hicieran presencia en municipios como Cúcuta, la capital. Pueden aprovecharse también otros géneros peridísticos de mayor profundidad.

De lo contrario, esas visitas no pasarán de ser encuentros casuales y/o accidentales que aunque tengan la intención de hacer una especie de descentralización informativa, en el fondo no alcanzan a tener la dimensión de presión hacia las autoridades nacionales y locales con que son esperados estos encuentros por las gentes de las provincias, en este caso la nortesantandereana.

Un departamento con una malla vial destruida desde hace años, no propiamente por culpa exclusiva del fenómeno de la niña o de la nueva temporada de lluvias; con serios problemas de inseguridad, donde lo más común es pedir aumento de píe de fuerza policial y militar pero tímidamente mayor inversión social; con serias restricciones en los municipios para disponer de mejores servicios de salud y educación, entre otras situaciones, reclama, entonces, que la atención de los grandes medios de comunicación no sea esporádica o quede sólo en el planteamiento de cosas y el desfile de voces.

Lógicamente, así como hay situaciones por mejorar, existen múltiples aspectos positivos por destacar, tal como lo han hecho los visitantes.

Las agencias periodísticas deben pasar al tablero de forma rutinaria a los responsables del manejo de lo público en esta sección del territorio nacional, lo que compromete no sólo a las autoridades regionales, también a las nacionales, estas útimas durante tanto tiempo apáticas frente a lo que aquí sucede.

Una pancarta que se deja leer en algún tramo de la vía entre Cúcuta y Pamplona, a propósito del mal estado de la misma, dice, palabras más, palabras menos: Esta carretera no tiene Ministro de Transporte. No resulta complicado advertir que un examen rápido en otros órdenes daría para muchas carteleras más con decenas de protagonistas.

En Conclusión, bien porque los periodistas que atienden su labores cotidianas en Bogotá viajen a otros puntos de la geografía colombiana para llamar aún más la atención sobre lo que sucede en las regiones. El reto siguiente es buscar, hasta donde sea posible, que quienes deban responder con sus decisiones y actuaciones para superar tantas injusticas y maltratos asuman de una vez por todas los compromisos del caso.

En otras palabras, que los gobernantes hagan menos obras de micrófono y más de aquellas que las comunidades esperan.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Con cabeza fría

Pasada la contienda electoral y enfriados los ánimos de ganadores y perdedores ahora asoman nuevos retos para departamentos y municipios del país en cabeza de quienes serán sus líderes a partir del próximo uno de enero de 2012.

Ya no se trata de las promesas hechas durante la campaña proselitista o de analizar cómo le fue a las firmas encuestadoras en las grandes ciudades, pues situaciones de ese orden han pasado a ser simples anécdotas. 

Por el contrario, es tiempo de realizar análisis sobre  el futuro inmediato que le espera a las entidades territoriales en mención, con base en los compromisos serios asumidos por las personas electas, o reafirmando las dudas éticas que siguen pesando sobre varios de los elegidos.

Lo clave es que no se repita la historia en el sentido de encontrar gobernantes que guarden silencio frente a actuaciones irregulares de sus antecesores por hacer parte de la continuidad de partidos y movimientos políticos, en ciertos casos, o asumir la postura de criticar por criticar todo lo hecho con anterioridad, en algunos otros.

Los procesos de empalme que han empezado a efectuarse entre las administraciones salientes y entrantes deben ser de cara al pueblo, ojalá en especies de audiencias públicas cuando se tengan resultados consolidados, para evitar que luego entren las especulaciones a hacer de las suyas. Es lo menos que se puede pedir.

En otras palabras, pasar la mitad de los periodos de gobierno atribuyendo culpas a quienes ostentaron el poder político-administrativo los cuatro recientes años, y la otra mitad explicando que varias de las cosas propuestas durante la campaña no se harán o quedarán a medias, no resulta aceptable por más que se haya vuelto común.

Uno de los problemas mayores tiene que ver con la desconexión que buena parte de los votantes, y de los  no votantes también, hacen después del periodo electoral  de sus intereses individuales y de aquellos otros que deberían tener relación con el bien común o colectivo, prestando poca atención en la práctica a lo que hagan o dejen de hacer sus gobernantes.

Hoy más que nunca las veedurías ciudadanas deben ejercerse cotidiniamente para vigilar las actuaciones de funcionarios y servidores públicos, pues no resultaría comprensible que las mafías de la contratación siguieran operando a sus anchas, por ejemplo.

Otro aspecto que resulta de la mayor significación se relaciona con la composición de los gabinetes de gobierno, a nivel de secretarías de despacho e institutos descentralizados. La creencia que se tiene es que muchas veces esa repartición de cargos se hace respondiendo más al pago de favores políticos y otros tipos de compromisos, que a la idea de tener acompañantes idóneos, honestos y competentes.

En esta situación particular gobernadores y alcaldes comenzarán a demostrar para qué se hicieron elegir: para buscar las transformaciones que la sociedad reclama o, simplemente, para seguir en las mismas, con los mismos. 

Se espera que aquellos pulsos políticos donde el voto ciudadano fue superior a las maquinarias políticas se refrende con una muy buena gestión pública de quienes obtuvieron la confianza popular. Éstos candidatos triunfadores están obligados moralmente a no defraudar.

Para los otros casos donde fue el manejo politiquero, populista y de intimidación el que ganó, está dada la oportunidad para que los personajes victoriosos corrijan el camino y terminen 'tapándole la boca' con un buen periodo de gobierno a quienes consideran que las cosas irán de mal en peor.

Ojala sean las comunidades las que ganen durante los siguientes  cuatro años y no las cuentas bancarias de aquellos personajes que le hacen daño a la política y al país.