miércoles, 26 de mayo de 2010

¿Para dónde va Vicente? ...


La espiral del silencio es una teoría planteada en 1974 por la filósofa, historiadora y periodista alemana Elisabeth Noëlle-Neumann, que a nivel de la ciencia política y la comunicación ha permitido generar discusiones en torno a la llamada y compleja formación de la opinión pública.

Tatando de simplificar lo presentado por la autora, la opinión pública es el resultado de la interacción entre los individuos y su entorno social, lo que a su vez posibilita que "para no encontrarse aislado un individuo puede renunciar a su propio juicio". Si no fuera así, la vida en sociedad sería imposible al no existir integración.

Sin embargo, el punto central de la espiral del silencio es que la persona por temor a quedar aislada, apartada, además de la duda que tenga sobre su propio juicio, termina sumándose a lo que piensa la mayoría del grupo social que integra y haciendo más fuerte la opinión dominante. Además, nada puede dar mayor seguridad (¿o comodidad?) en apariencia que estar del lado de quienes se autopostulan como los dueños de la razón, muchas veces por el simple hecho de ser eso: mayoría.

A lo mejor podriamos resumirlo a través de uno de los tantos dichos populares que se dejan escuchar a diario: "¿Para dónde va Vicente? Para donde va la gente."

La misma presión social lleva muchas veces a que quien posea una opinión diferente tenga miedo de expresarla y defenderla para evitar sanciones y castigos, actitudes propias de comunidades donde la tolerancia y el respeto por las ideas contrarias apenas terminan siendo simple retorica, en muchas ocasiones. Entonces, quedan dos alternativas prácticas: guardar silencio o alinearse del otro lado. Una tercera, no tan común, resultaría la más atractiva y convincente para un ser político: defender lo que considere defendible, así sea minoría, resistiendo a la amenaza del aislamiento.

Aunque el pensamiento de la señora Noëlle-Neumann es mucho más complejo y pone a la televisión como ejemplo de sus análisis, dada la influencia de los medios en general para crear opinión pública, vale la pena hacer consideraciones sobre el actual proceso electoral de carácter presidencial, que tendrá su día cumbre este domingo 30 de mayo (y el 20 de junio, en caso de llegarse a una segunda y definitiva vuelta).

Frente a la elección del sucesor de Álvaro Uribe Vélez, bien pudiera establecerse el siguiente decálogo:

1. Son nueve los candidatos y no dos, como desde hace rato se nos quiere hacer ver. Seguramente los dos que encabezan las encuestas vayan a segunda vuelta pero, por ahora, son nueve y no dos.

2. En Colombia han cambiado varias cosas en los últimos años, unas para bien, otras para mayor desgracia, pero no es que ésta sea la partida final. Ya hemos soportado 200 años de "patria boba" y no se trata ahora de pensar en mesias o sucesores de éstos como la única salida posible.

3. Los partidos políticos tradicionales deben reinventarse y las empresas electorales conformadas con tal fin deberán mostrar coherencia y consistencia para poder trascender. Ya estamos cansados de partidos y movimientos de papel.

4. Somos 29 millones 983 mil 279 votantes los habilitados para sufragar este domingo, según el censo electoral de la Registraduría Nacional del Estado Civil. Quien se quede en casa que luego no reclame, y quien vaya a la urna con la conciencia sucia por haberse dejado comprar el voto, que tampoco lo haga y sienta vergüenza por valer tan poca cosa.

5. Este país nos pertenece a todos y no sólo a los grandes apellidos de la república. Este país soporta discursos de paz y noviolencia, contrario a quienes creen que solamente en la guerra está la consecución de vida digna, equidad y justicia social.

6. Que no sean las encuestas las que decidan nuestra voluntad electoral, sino el sueño y proyecto que cada uno tenga de país y sociedad, bien desde posiciones de derecha, centro o izquierda. ¿Acaso no actuamos en democracia?

7. Que las pólémicas no se sigan originando por las propuestas de los publicistas de las campañas, sino por el peso y el fundamento de las ideas de los aspirantes a la Presidencia y Vicepresidencia.

8. Que los medios de comunicación se preocupen más por lo importante para los colombianos y no por lo que estimen urgente para sus propios intereses, mopolísticos en varios casos.

9. Que de verdad pueda atacarse, de manera frontal, el fenómeno de la corrupción para que, ganando unos u otros, no se sigan arropando todos con las mismas cobijas, así juren pertenecer a orillas contrarias.

10. Porque dentro de cuatro años no estemos escribiendo sobre lo mismo.

¿Se aplicará lo de la espiral del silencio? ¿Se repetirá lo de Vicente? Lo mejor seria que las muchas opiniones públicas puedan manifestarse sin miedos, sin sanciones, sin compra de votos, sin engaños; por el contrario, en democracia.

En lo personal, equivocado o no, ya tengo decidido mi voto ... ¿Y usted?





lunes, 24 de mayo de 2010

Miradas y Voces


Sin duda alguna, la radio ha sido uno de los medios que ha desplegado desde su aparición la magia para llegar a millones de personas en todo el mundo, generando no sólo procesos de información y entretenimiento, sino también de comunicación, expresión, consensos, disensos, reconocimientos y transformaciones permanentes de culturas e identidades.

Apenas con algo más de un siglo la radio se ha convertido en amiga o compañera permanente de personas en distintos puntos del planeta. En medio de este panorama bastante amplio la radio universitaria ha ido ganando cada vez más mayores espacios dentro de audiencias y públicos, para el caso de países como Colombia, por ejemplo.

Sirvan estas líneas para invitarlos a escuchar los viernes de 10:00 a 10:30 de la mañana (horario colombiano) el programa Miradas y Voces que tiene como propósito mostrar la manera como abordan los estudiantes del programa de pregrado de Comunicación Social de la Universidad de Pamplona las distintas problemáticas sociales, en especial de la provincia nortesantandereana.

A través de reportajes, crónicas, documentales, entrevistas y debates, entre otros formatos, los integrantes de los cursos de radio uno y radio dos, pertenecientes al cuarto y quinto semestre académico de la carrera, respectivamente, permiten que sus actividades prácticas no queden solamente para evaluación de sus orientadores en el aula, sino que también lleguen a publicarse y compartirse para mostrar y demostrar cómo interpretan, argumentan y sueñan esas realidades en que a diario conviven.

Ustedes pueden acompañarnos con su sintonía a nivel de la provincia de Pamplona (Norte de Santander) en el dial 94.9 f.m Radio Universidad de Pamplona, o a través de esta red del conocimiento llamada internet en www.unipamplona.edu.co/emisora.

Cada viernes a las 10:00 horas los esperamos con distintas miradas y diferentes voces "para comunicar lo que somos".


sábado, 22 de mayo de 2010

¿ Barras bravas o... delincuentes con disfraz ?


Ir a diferentes estadios colombianos a observar partidos de fútbol profesional para muchos de nosotros puede resultar una forma de despejar la mente, compartir en familia o pretender encontrar en esos noventa minutos de duración de un encuentro la manera de integrarnos y reconocernos como miembros de determinada comunidad.

Por ejemplo, aún recuerdo cuando el Cúcuta deportivo quedó campeon por primera vez (diciembre de 2006) del torneo nacional, o la flamante actuación del equipo rojo y negro en la copa libertadores de América del año siguiente, cuando se estuvo muy cerca de obtener el máximo título del torneo de clubes más importante del continente.

Seguramente sean recuerdos y sentimientos similares a los de muchos otros seguidores de clubes y equipos de balompie en el país y en otras partes del mundo porque, pese a no ser el deporte de mayores emociones, el fútbol y su comercialización están por encima de las demás actividades de dichas características en el planeta. Seguramente superior al campeonato mundial, por ejemplo, apenas estén los juegos olímpicos. Por lo menos, lo considero así.

Y es que el fútbol tiene esas cosas raras de ver entre los hombres (género masculino): abrazos, lagrimas, sonrisas y hasta besos. O ...¿Acaso resulta cotidiano observarlo? Tampoco es que sea una escena común detallar cómo en plena tribuna quienes asistimos terminemos en las mismas con los vecinos de puesto, a quienes ni siquiera conocemos en la mayoría de los casos, para cantar un simple gol o celebrar una victoria.

Muchos vamos al estadio, llevamos un radio para que nos cuenten lo que estamos viendo, luego llegamos afanados a las casas para ver otra vez los goles por televisión (de los que fuimos testigos), abrir una página de internet y leer los comentarios del encuentro. Al otro día pasa lo mismo con el periódico impreso y más repeticiones de goles en la pantalla chica.

Que amanezcamos de buen humor o sin muchas ganas de hacer lo que nos toca, es algo en lo que también este deporte influye. Mejor dicho, el fútbol puede ser el circo del pueblo, la anestesia para distraernos de los problemas sociales, el sofisma para que no pensemos en lo importante. Puede ser eso y mucho más, según se le mire, pero como espectáculo es único, claro, para quienes lo siguen.

¿A dónde quiero llegar? Al daño que desde hace rato están provocando desadaptados sociales disfrazados de hinchas de equipos, quienes llegan a ciudades y estadios a drogarse, robar, herir y hasta matar, solamente porque alguien es aficionado de otro onceno o luce una camiseta diferente.

Para rematar este panorama, muchos, pero muchos de quienes cometen dichas conductas son adolescentes, jovencitos cuya única meta en la vida es ver jugar a su equipo cada ocho días, sea donde sea. Recorren cientos de kilómetros, aguantan hambre, piden limosna para conseguir lo de la entrada y, al final de cada partido, buscan armar la pelea con sus supuestos rivales y, cuando no lo consiguen, entonces entre ellos mismos.

No es sino echar miradas rápidas a las tribunas donde se instalan para ver las armas cortopunzantes que logran ingresar a los estadios, la marihuana y otras drogas que consumen y las maneras con que buscan intimidar a los demás espectadores.

Ni la organización del fútbol ni el gobierno pueden seguir pasando por alto esta situación. El problema no es de control policial sino de examinar en estos jóvenes a qué otras cosas se dedican, qué hacen sus familias (si es que viven con ellas), qué antecedentes tienen y, tal vez, lo más importante, cómo pueden resocializarse. No resulta justo que vidas de muchachitos de 14, 15 o 16 años se sigan destruyendo y aquí no pase nada, más allá de los reportes noticiosos de los medios de comunicación cuando cada domingo hablan de goles y violencia en los estadios y fuera de ellos. A los mayores de edad que los castiguen y los metan a la cárcel. Hay que empezar por ahí.

¿Quiénes están detrás de las barras bravas? ¿Quiénes son sus patrocinadores? ¿Por qué tanta demora para legislar sobre esta materia?

Las anteriores son algunas de las inquietudes que pueden surgir sobre el particular. Las respuestas seguramente son conocidas por determinadas personas que hacen parte del negocio, pero deben buscarse y conocerse públicamente.

A barras ya identificadas de eqipos como Nacional y América no se les debería dejar entrar a ningún estadio del país por ser un peligro social, por tener entre sus integrantes a delincuentes o, por lo menos, personas que se esfuerzan cada día por demostrar que lo son.

Así mismo, vivir o tener negocios en cercania a los estadios se ha convertido en un problema para la gente cada vez que hay un partido de fútbol. la fuerza pública parece más preparada para asistir a un campo de batalla que para acompañar un espectáculo deportivo.

Ojala esto que se volvió cotidiano en Colombia y otros países de suramerica cambie, pero no por rezarle al espíritu santo, sino porque quienes tengan que actuar, conforme a la ley, lo hagan.

Habrá tiempo para hablar luego de los Vélez y Mejías de la radio que en cada frase que locutan destilan veneno y odio, esos mismos personajes acostumbrados a apagar la candela con gasolina.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Todos "pelan el cobre" por el tercer canal de televisión


Desde hace varios meses los colombianos estamos asistiendo al espectáculo generado por la posible adjudicación de un tercer canal privado de televisión para el país.

Ése ha sido uno de los buenos ejemplos de cómo los grupos hegemónicos, de aquí y de afuera, a la hora de intentar ser los beneficiarios de la tan polémica adjudicación empiezan a sacarse los trapitos al sol, y a punta de incluir en sus agendas informativas este tema como hecho de la mayor importancia, pretenden confundir a la sociedad y manipular la información que entregan o, mejor, la desinformación que hacen, cuando de manera intencionada engañan a la opinión pública.

El proceso del tercer canal privado ha estado salpicado de todas las suspicacias posibles desde el mismo momento que se conoció la decisión de la Comisión Nacional de Televisión, y del propio gobierno nacional, de poder disponer como mínimo de una nueva señal abierta de origen privado.

Que si debía tenerse en cuenta solamente el monto económico que ofrecieran los proponentes, a partir de un precio base; que si también las propuestas de contenidos, o de programación; que si la señal se debía disponer en las bandas de VHF o UHF; que si la decisión tenía que ser de éste o el entrante gobierno; que la Procuraduría dijo, que la Contraloría precisó; que si una cosa, que si la otra.

En fín, todos han hablado y siguen hablando del tema. Todos, menos los millones de colombianos que ejercen de receptores o, en el peor de los casos (la gran mayoría), de simples consumidores de lo que en gana propia les da por presentar a los actuales concesionarios del servicio, bueno, del negocio llamado televisión a través de la señal abierta. ¿Estará ahí el secreto que todos conocen? ¿Un servicio público que opera como puro negocio?

En Caracol y RCN televisión se presentan cada cierto tiempo oleadas "informativas" intentando dejar ver los inconvenientes existentes para que se adjudique en poco tiempo ese tercer canal. Mejor dicho, defienden ese duopolio audiovisual como si fueran los únicos bendecidos para ganar y ganar, por el hecho de pertenecer a dos de los grupos económicos más fuertes de Colombia: los de las familias Santodomingo y Ardila Lulle.

Sumado a eso, se especula que si antes de terminar el gobierno Uribe, el próximo 7 de agosto, se hace la correspondiente adjudicación, el favorecido será el grupo español Planeta, accionista mayoritario del medio de comunicación más influyente de Colombia: El Tiempo, cuna de periodistas y politicos, incluidos el actual Vicepresidente de la República, Francisco Santos, y el candidato presidencial Juan Manuel Santos, cuyas familias eran hasta hace poco tiempo los dueños de la Casa Editorial El Tiempo y ahora lo siguen siendo pero de forma minoritaria.

En todo este proceso la gran derrotada ha sido la verdad, como en tantos otros, pues dificilmente se podrían encontrar posiciones tan radicalmente opuestas, si no fuese por tratarse de un negocio que implica altas ganancias económicas y desarrollos propagandísticos sobre cómo debe verse, reflejarse y pensarse el mundo. Como lo afirma Violet Edwards ( Group Leader´s Guide to Propaganda Analysis) al definir la propaganda así: "Es la expresión de una opinión o una acción de individuos o grupos, deliberadamente orientados a influir opiniones o acciones de otros individuos o grupos para fines predeterminados".

Que el tercer canal lo adjudiquen ahora o después dá lo mismo, para el pueblo, pues simplemente quedará en manos de unos poderosos o de otros poderosos, esos mismos que patrocinan campañas politicas, promueven las leyes y ubican en las altas posiciones a sus fichas de poder, precisamente. La pelea es entre los "pesos pesados", a las gentes del común se les tiene en cuenta para, a partir de las desinformaciones que reciben, buscar legitimar decisiones y actuaciones de las que son no menos que convidados de piedra.

Es la ley del mercado mediático, podría decir algún aferrado defensor del sistema. ¡Qué pobreza!

Hoy, 12 de mayo, para citar tan sólo uno de los tantos ejemplos que podrían mostrarse, el diario El Tiempo de Bogotá, que aspira a quedarse con el tercer canal de televisión, titula su editorial como "rating para todos", haciendo alusión a investigaciones abiertas contra RCN y Caracol por presuntamente infringir normas que buscan hacer prevalecer la libre competencia.

No es sino sentarse a ver los noticieros de ambos canales y encontrar como respuesta notas "informativas" donde se sigue cuestionando el proceso licitatorio para adjudicar una nueva señal.

Lo que los colombianos necesitan, a lo mejor, no son tres canales privados, sino cuatro, cinco o seis pero, sobre todo, disponer de una televisión pública (no gubernamental) de calidad, pluralista, informativa, que genere debate, que argumente consensos y disensos, que sea incluyente y que más que dirigirse a audiencias piense en los públicos a los que llega, como actores politicos que deben ser en toda sociedad.

No se necesita ser hechícero, brujo o mago, para atreverse a afirmar que con cuantos canales privados más que puedan ver los colombianos en señal abierta, los sapos, muñecas, noticieros pobres, realities y entretenimento de quinta, seguirán siendo iguales, en términos generales. Mientras tanto, la televisión pública parece que seguirá sin importarle a la mayoría.

Por ahora, sigamos siendo testigos de cómo "los grandes" se siguen sacando los trapitos al sol.

Bueno, los dejo porque me voy a ver la novela ...


__________________________________________________________________
Editorial El tiempo, 11 de mayo de 2010

'Rating' para todos

La semana pasada, la Superintendencia de Industria y Comercio abrió investigación formal contra los canales RCN y Caracol, Ibope Colombia y la Unión Colombiana de Empresas Publicitarias (Ucep) por infringir presuntamente normas que garantizan la libre competencia entre las empresas y entidades mencionadas para la realización de un estudio de medición de audiencias televisivas en el país.

Representantes de varios canales locales e internacionales, incluyendo a esta Casa Editorial, que es propietaria de Citytv, han expresado legítimas inquietudes sobre las características y alcances del convenio. Según este, los dos cnales privados financiarían la mitad del estudio de audiencias hecho por Ibope, decidirían la metodología y podrían determinar a quién vendérselo, en qué condiciones y a qué tarifas. El problema radica en que la información proveniente de esas mediciones -el rating de los programas- es la base principal del mercado publicitario, que determina, a su vez, los ingresos en el negocio de la televisión.

No es la primera vez que los dos medios televisivos de mayor audiencia -aproximadamente un 95 por ciento de la TV abierta en Colombia -buscan el control de la única fuente independiente de medición de sintonías. El año pasado, RCN y Caracol se retiraron del estudio Ibope para presionar la exclusión de la porción de la televisión por suscripción y así contar con ratings más favorables para la definición de la pauta. El carácter duopólico del que gozan les permite imponer acuerdos de este tipo, convenientes para sus finanzas, pero nefastos para el resto de canales locales, regionales e internacionales.

Por fortuna, la Superintendencia de Industria y Comercio comparte las alarmas de una parte del sector al ordenar la apertura de la investigación por prácticas comerciales restrictivas contra esas empresas y algunos de sus directivos. Lo que le preocupa a este ente de control es que el convneio podría terminar limitando el acceso de otros medios televisivos y empresas a la información sobre las audiencias, vital para su planeación económica y su supervivencia financiera. Como RCN y Caracol pueden definir hoy las metodologías y establecer las condiciones de comercializacion de estos estudios, semejante posibilidad es real.

Sin desconocer el derecho de defensa que tienen las dos empresas mencionadas, Ibope y la Ucep, se espera que los investigadores de la Superindustria tengan libertad y tranquilidad en el desarrollo de sus averiguaciones. Como quedó demostrado en el proceso de licitación del tercer canal el año pasado -en el que participó el grupo Planeta, propietario de este diario-, los dos canales acostumbran desplegar sin rubor sus aparatos informativos a la par de sus baterías jurídicas y de cabildeo en beneficio de sus intereses legales y sus privilegios económicos. Ojalá esa justa investigación no caiga víctima de una agenda noticiosa manejada por unos pocos.

Tales son los típicos fenómenos que genera la existencia de férreas estructuras duopólicas. En el caso de la televisión abierta, es muy diciente la pobre oferta de canales que soportan los colombianos. Países mucho más pequeños disfrutan de un abanico de opciones, entre las cuales el público tiene la potestad de elegir la programación que más le gusta, en un escenario de franca competencia.

Al contrario, en Colombia, los dos canales privados, propiedad de privilegiados grupos económicos, protegen su rentable negocio al incurrir en prácticas censurables como la que es objeto de investigación, aparte de obstaculizar el trámite de la licitación para un necesario tercer canal. Entre tanto, televidentes y anunciantes están obligados a ver un solo modelo de televisión, cuando piden a gritos más opciones y alternativas.



jueves, 6 de mayo de 2010

De los funcionarios que intervienen en política


Uno de los hechos noticiosos más destacados de la presente semana tiene que ver, sin duda, con la decisión de la Procuraduría General de la Nación de destituir al Gobernador del Valle del Cauca, Juan Carlos Abadía, e inhabilitarlo por diez años para ocupar cargos públicos, por abierta participación en politica.

"Los hechos se relacionan con la reunión que promovió el Mandatario seccional en el cridaero La Leyenda del corregimiento de Rozo, jurisdicción de Palmira, el pasado 20 de febrero y a la que asistieron, además de 21 alcaldes, el entonces precandidato a la consulta conservadora Andrés Felipe Arias", se deja leer hoy en el diario El País de Cali (www.elpais.com.co), ciudad desde donde despachaba Abadía.

El Código Único Disciplinario considera actuaciones de este tipo como faltas gravísimas, pues se trata de aprovechar indebidamente los cargos públicos para hacer proselitismo en favor de uno u otro candidato, movimiento o partido con pretensiones electorales.

Vale la pena toda esta introducción para expresar que el papel de los gobernantes es posibilitar, además de sus actuaciones, las de aquellos otros ciudadanos que interesados en los temas públicos, quieren ayudar a generar y ejecutar las decisiones que persigan el bien común, entendiendo por lo público, de manera simple, aquello que interesa a la comunidad.

Sin embargo, y aunque el Gobernador ha anunciado que impodrá los recursos del caso al considerar que la exposición y decisión de la Procuraduría no corresponde a lo sucedido, todo parece indicar que lo que primó en esa reunión fue una abierta y descarada participación en política-electoral de un funcionario para intentar favorecer a otro personaje que hasta hace algún tiempo también lo había sido.

La reflexión apunta a lo siguiente, sea que se ratifique la decisión inicial o que la misma logre controvertirse y desvirtuarse: ¿En época electoral cuántos funcionarios intervienen en política?

La práctica pareciese decir que son muchos, montones, casi todos. Es común oir en los pasillos y "tertuliaderos" sobre el tema que fulanito es el candidato del presidente, del gobernador, del alcalde, del secretario de despacho, etc. Eso seguramente de tener candidatos no estaría mal de no ser porque la administración pública se pone al servicio de unos cuantos, cuando la ley lo prohible, la ética lo rechaza y hace que el ejercicio democrático sea tramposo y amañado.

¿A cuántos empleados, servidores públicos y contratistas del Estado no han obligado a participar en reuniones proselitistas y hasta financiar con votos, centavos, pesos o millones las campañas de turno, so pena de intimidarlos con posibles despidos o la no renovación de esos "favores" políticos?

las denuncias de este orden son pocas, a lo mejor porque se termina aceptando por parte de la sociedad dichas prácticas como normales, cuando de normal no tienen nada aunque sí mucho de común. Cuando alguien pone el dedo en la llaga entonces le llueven rayos y centellas y los cuestionados terminan aduciendo mil razones para alegar que son inocentes, perseguidos y hasta maltratados.

Fallos como el proferido disciplinariamente en contra del Gobernador del Valle terminan siendo excepcionales en un país donde las prácticas clientelistas son reiterativas y los aptos de corrupción tienen a la mitad de la población viviendo entre la pobreza y la miseria, según los más recientes estudios de expertos en el tema. En otras palabras, muchos saben lo que en la cotidianidad ocurre pero casi nunca aparecen las sanciones, a lo mucho, investigaciones que no pasan de ahí.

Ojala en la actual campaña política por la Presidencia de la República de Colombia no estén dándose episodios como los narrados atrás, que las cartas estén por encima y no por debajo de la mesa y, que eventuales actos de corrupción e intervención en política sean divulgados, investigados y se hagan sentir las sanciones disciplinarias, fiscales y hasta penales a que haya lugar, además de las morales que la sociedad imponga.

¿Pasará lo mismo en esos presuntos casos de intervención en politica como en aquellos otros donde el rumor es que en muchos despachos públicos se piden comisiones (ilegales) a los favorecidos con la adjudicación de contratos, representadas en el 10, 20 o 30% del valor total de éstos?

Tantas cosas se dicen ...



lunes, 3 de mayo de 2010

¡Día Mundial de la Libertad de Prensa!


La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, recomendó a la ONU por allá en 1991 establecer el Día Mundial de la Libertad de Prensa que, finalmente, a partir del 3 de mayo de 1993 tuvo su proclamación oficial, para recordar cada año los principios fundamentales de las libertades de prensa y expresión.

Sin duda alguna, un elemento básico para construir ciudadanía, formar opinión pública y promover la democracia tiene su razón de ser en el mayor de los prinicipios: la libertad. Sólo a través de ella se pueden promover todos los demás principios y dar cabida a los valores que las sociedades adoptan para sí.

Dentro de este panorama la prensa, el periodismo, juega un papel importante para intentar asegurar el desarollo de los pueblos, visto éste no como el mero crecimiento en términos de industrialización y productividad (propio del paradigma capitalista), sino de conviviencia y realización individual y colectiva lo más armónicas posibles, dentro lo que algunos autores e instituciones califican como "desarrollo humano".

El papel de la prensa va más allá del de informar, pero esta sóla característica inicial hace que la responsabilidad social que tiene sea de las más complejas, difíciles y nobles que puedan encontrarse en sociedad alguna. Resulta fácil caer en el error, en la desinformación y hasta en la misma propaganda, pero estas circusntancias que se presentan más a menudo de lo que se quisiera, no pueden ocultar el hecho de la dimensión que el oficio-profesión tiene.

Por ello, más que un cuarto poder, como se le bautizara en la revolución industrial, la prensa requiere ser contrapoder en todo momento; más que defender la institucionalidad, necesita luchar por la verdad; más que ser brazo de los dueños del poder, debe buscar que lo público prevalezca por encima de cualquier asomo de manipulación y sesgo.

En otras palabras, una prensa libre debe ser, por encima de todo, independiente, fiscalizadora y garante de las libertades humanas; de lo contrario, el periodismo no pasará de ser un ejercicio que maquille realidades y lave cerebros.

Hoy, día mundial de la libertad de prensa, los primeros que deben defender las prácticas ya mencionadas no son los periodistas sino los ciudadanos; no los dueños de los medios, sino las personas del común y del corriente que para poder tomar decisiones urgen que el derecho a la información se aplique en su doble condición: dar información pero, a la vez, recibirla de manera veraz, oportuna y completa.

Los medios de comunicación en general y, la prensa, en particular, deben motivar la discusión pública, hacer notar los diferentes matices de las cosas y no sólo el aparente blanco y negro de las mismas; propender por mostrar las realidades y no una única realidad de los hechos; procurar que la lectura del mundo, del país o la región no quede en manos de la parte y de la contraparte, sino de las partes y de las contrapartes.

No es tarea fácil, los retos son enormes y permanentes. Tampoco se trata de "endiosar" o "satanizar" , como resulta recurrente caer al generarse debates de éste orden. Que con la excusa de este Día Mundial de la Libertad de Prensa cada quien, como periodista o como receptor, se permita reflexionar de la mejor manera sobre una responsabilidad cada vez mayor y muchas veces incomprendida.

¡La Libertad de Prensa no es una concesión, es un derecho de nuestras sociedades!