martes, 27 de abril de 2010

Oficio "desechable"


Mientras el país sigue saturado de encuestas político-electorales, he decidido dedicar unas cuantas líneas a uno de esos oficios donde en el campo de la actividad profesional la gente gana más dinero que la gran mayoría de asalariados, pero donde también se "sube como palma y se baja como coco", para acudir a uno de los tantos dichos de la sabiduría popular.

Me refiero, en este caso, a ser técnico de fútbol. He escuchado a varios amigos comentaristas deportivos acuñar una frase que pareciera no tener discusión: a un técnico de fútbol se le contrata por bueno y se le despide por malo.

Cosa bien contradictoria la anterior, pero ese es el juego, que con más de negocio que propiamente de juego, hace que todos opinemos y hasta juzgemos, en calidad de hinchas, periodistas o desprevenidos aficionados al fútbol, las actuaciones de quienes sin pisar la cancha de fútbol en un partido tienen que asumir las responsabilidades de lo que hagan y dejen de hacer quienes sí ingresan al gramado de un estadio a defender los colores deportivos de cualquier divisa.

Pero la contradicción no sólo esta ahí. Hay más. En un país como Colombia donde el desempleo sigue reinante y donde ser mayor de 35 años y no estar estable en el mercado laboral pareciese ser una especie de muerte anticipada en ese campo, dizque por viejo, le otorga al fútbol una visión decorosa: hay trabajo para los de 40, 50, 60 y hasta 70 años. ¿En qué otro oficio ocurre eso?

Sin embargo, el asunto radica en que ese trabajo se vuelve de unos meses aquí, otros meses allá y, otros más, mirando el teléfono esperando la llamada de algún dirigente para ofrecerle la vacante que alguien acaba de dejar o, rogando para que algún periodista deportivo conocido vuelva a poner su nombre en el sonajero de candidatos, así sea para dirigir al último de la tabla o tomar las riendas de aquella selección nacional con pocas opciones de clasificar a un campeonato mundial.

A lo mejor por eso será que los técnicos de fútbol en la rama profesional ganan bien, muy bien, en comparación con quienes desempeñan otros oficios y profesiones. 20, 30, 40 0 50 millones de pesos al mes, dependiendo de la organización, los recursos de los equipos,y hasta de la misma procedencia de los dineros que aportan los socios. Como dirían nuestros abuelos, " con esa salidera y entradera" debe facturarse bien para tener algo guardado en las épocas de vacas flacas.

Bien porque haya trabajo para gente de edad algo avanzada, pero mal, muy mal, porque esa "chanfa" que se firma por uno, dos o tres años, se acabe a los pocos meses, al cuarto o quinto partido, cuando los discursos de los procesos deportivos terminan generalmente en lo de siempre: en nada.

Qué cosas tiene la vida. Qué cosas tiene el fútbol. Saludo especial a lo técnicos que ayudan a hacer de este deporte "el mejor espectáculo del mundo", así ellos sean los primeros damnificados, siempre, incluidos aquellos que se acostumbraron a vivir a punta de indemnizaciones.

miércoles, 14 de abril de 2010

"Chuzo pa´ los corruptos"


Si mal no recuerdo, ese fue el lema de campaña utilizado por un dirigente politico de la costa caribe colombiana hace ya varios años en su aspiración de llegar al Congreso de la República, a lo mejor, haciendo alusión al combate frontal contra quienes se desvían del camino del bien común para hacer prevalecer sus mezquinos intereses. Se trataba del hoy Presidente del Senado, Javier Cáceres.

Pero, bueno, el asunto no es por Cáceres ni por la campaña política. Es por la vergonzoza y grave situación denunciada de tiempo atrás y ahora cada día más acalaroda situación, generada por las inteceptaciones ilegales de conversaciones telefónicas de magistrados, dirigentes políticos y periodistas, entre otros, protagonizadas por integrantes del Das.

Las versiones más recientes entregadas por la Fiscalía sobre de dónde provino la orden para una tarea de tanta bajeza (desde la Casa de Nariño o Palacio Presidencial), han desatado enfrentamientos verbales entre diferentes actores políticos, judiciales y gubernamentales.

Del "chuzo pa´los corruptos" pasamos a las chuzadas, al espionaje vulgar, al entrometimiento ramplón, a la violación a más no poder de los derechos individuales de los sujetos. Como siempre, nadie dice ser culpable. Todos se lavan las manos. Lo peor del caso, como ya ha sucedido, es que quienes recibieron y acataron las órdenes terminarán pagando los platos rotos. Ellos deben aceptar las consecuencias. Pero...¿ Aparecerán, se pondrán al descubierto los autores intelectuales de tan vergonzozo y reprochable acto?

No es justo que en un país como Colombia sucedan todos los días cosas de la mayor gravedad y no pase nada. Parece que para las autoridades y la ciudadanía ya se volvió cotidiano. Por eso el escándalo de ayer queda opacado por el de hoy y, mañana, será más importante saber quién es el nuevo técnico de la selección de fútbol o cómo avanzan los preparativos del reinado nacional de la belleza. No sé si a eso es lo que se le llama popularmente folclorismo. ( Por si acaso, este término no existe en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua).

Así como ya no se puede ir a Venezuela, menos ahora con cámara fotográfica, para no ser sindicado y acusado de espía, pues nos tocará aquí, en Colombia, cuidarnos de nuestros espías criollos o, mejor, de quiénes dan las órdenes para hacer dicho trabajo sucio.

Aquí no se trata de ser gobiernistas, de la oposición, amigos de los magistrados, de alabar o satanizar a los periodistas, sino de saber la verdad. Ojala las audiencias que se celebran en los juzgados se pudiesen televisar, así no quedariamos sujetos a las interpretaciones de otros para hacer las nuestras.

Ahora, tampoco se trata de desmantelar y liquidar el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, y crear otro organismo. De lo que se trata es de actuar con transparencia. De lo contrario, volvamos entonces al estado o ley natural, donde el más fuerte impone sus condiciones, y no hablemos de democracia. Mejor dicho, para las "chuzadas" ilegales no se requiere que exista el DAS, sólo mentes enfermizas y ansiosas de poder a cualquier costo. El asunto no es botar o vender el sillón, como en el caso de quien encuentra en él a su pareja con el amante.

Aunque la inocencia se presume y la culpabilidad se demuestra, ojala no termine ocurriendo en éste tema lo que sucede en tantos otros: todos, o muchos, saben lo que pasa pero...el asunto queda ahí, ahí queda.

Nota: si tienen algún comentario sobre este artículo, por favor háganlo por esta vía, no me llamen. No contesto llamadas. No quiero ser "chuzado".

viernes, 9 de abril de 2010

Más debates, menos encuestas


A pocas semanas para que se lleve a cabo la elección del nuevo Presidente de la República, en Colombia, son variadas las expectativas de los candidatos a suceder a Álvaro Uribe Vélez, así como de quienes con sus votos pueden ayudar a decidir el futuro inmediato y mediato del país. Bueno, ello sin olvidar a los millones de personas que prefieren abtenerse de sufragar y, otros tantos que no lo pueden hacer por minoría de edad y otras circunstancias.

Lo único cierto, por ahora, es que los medios de comunicación nos están saturando de encuestas sobre preferencias electorales para tratar de anticipar, como ocurre en tantos otros países, quién será el favorecido de la llamada opinión pública.

Lo de las encuestas no está mal ni es cosa del otro mundo, pero sí lo és el abuso que de ellas se hace y la ventaja que muchos quieren sacar de las mismas, promocionando tal cual candidato y buscando influir en la decisión final de las personas, algunas de las cuales siempre querrán votar por el personaje que dicen "va a ganar".

Un territorio como el colombiano, y sus gentes, merecen más debates y menos encuestas; más posturas sobre cómo sacar adelante al país y menos reacciones sobre cómo van los porcentajes de los candidatos, en razón de las preferencias de los potenciales votantes.

De seguir como vamos, estas elecciones presidenciales pasarán a la historia como otras más, del montón, donde los espectáculos mediáticos terminan imponiéndose sobre las que deben ser políticas públicas coherentes, emprendedoras y cristalinas, cuya obligación corresponde liderar a la máxima autoridad de una nación.

Lo que está en juego no es si se puede viajar con tranquilidad a los sitios turísticos de la costa caribe sin temor a caer en retenes guerrilleros, como ocurría antes. Tampoco, si se trata que gobierne un hombre o una mujer; menos, el fortalecimiento de los partidos políticos tradicionales o la posible consolidación de nuevas empresas electorales.

Lo que preocupa es cómo asegurar para toda la población condiciones dignas de vida, cuando la mayor parte de ella se debate entre la pobreza y la miseria.

Lo que preocupa es cómo asegurar educación de calidad para los colombianos, no solamente que a ella tengan derecho los hijos de "papi y mami", y que quienes no lo sean tengan que endeudarse por el resto de sus vidas para intentar sobresalir en lo académico, lo profesional o lo investigativo.

Lo que preocupa es saber qué va a pasar con la seguridad social de las personas, pero no en simples estadísticas sobre cobertura, sino en recibir atención con excelencia.

En fín, los medios de comunicación pueden ayudar más si propician espacios permanentes de discusión sobre tantos aspectos de la cotidianidad de los colombianos, que de la frivolidad de las notas relacionadas con "la cosa política".

Insisto, falta debate, sobran muchas encuestas. Que la lectura del país no se siga haciendo a punta de mediciones cuantitativas.

A propósito , a mí nunca me han encuestado.